No sé ni por dónde empezar…
Desde que me embarque en las expediciones invernales han sido muchas las experiencias vividas, miles los pensamientos que han pasado por mi cabeza. Pero todo se ha quedado corto tras la cima del Manaslu el 6 de enero de 2023. Creo que nunca he tenido tantas sensaciones juntas a la vez: alegría, emoción, miedo, nervios… Dicen que hay 26 sensaciones que deberías experimentar en algún momento de la vida. Yo, las he experimentado en apenas dos semanas.
El pasado 26 de diciembre poníamos el pie en el CB del Manaslu y 11 días más tarde, nos encontrábamos en la cima, en la punta más alta de la octava montaña más alta del Planeta. No me lo podía creer, había hecho realidad el reto que me había puesto en 2021, he perdido la cuenta de las veces que había imaginado ese momento, y por fin, se ha hecho realidad.
Pero no es oro todo lo que reluce. Ha sido una de las ascensiones más duras, exigentes y peligrosas de toda mi carrera profesional. Lo he pasado mal, muy mal para ser sincero, ahora siento cierto vacío, han sido tres inviernos trabajando en este proyecto; imagino que cuando vaya pasando el tiempo los sentimientos aflorarán.
Ahora que ya estoy sano y salvo, descansado y con la mente más despejada, me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras mi última experiencia en el Himalaya. Intentaré ser lo más breve posible, lo prometo.
Como ya sabréis, el pasado 26 de diciembre pusimos en marcha el proyecto Winter Summits. Gracias a las dos experiencias previas pudimos conocer de primera mano el terreno. Pero eso no evitó que pasásemos horas y horas dándole vueltas, analizando la mejor estrategia. Lo único que teníamos claro era que la ascensión debía ser lo más rápida posible para evitar cualquier riesgo de congelación. Dicho y hecho; nunca mejor dicho. Tras un par de rotaciones en altura, llegó el momento. A pesar del frío (llegamos a sufrir temperaturas de hasta -50º) y del fuerte viento, parecía que durante los próximos días la climatología nos iba a dar un ligero respiro. No lo dudamos, no podíamos perder la oportunidad. Era o ahora o nunca.
De modo que el 4 de enero, a las 8:00 horas cogimos todo el material necesario y nos echamos la mochila a la espalda. Fue como el juego de la oca: de oca a oca y tiro porque me toca. Del CB al C1, del C1 al C2. Y aquí hago un inciso para comentar que este tramo, fue, sin duda, uno de los más complicados que he hecho en mi vida. Y no es moco de pavo, pues no son pocos los metros escalados en el Himalaya durante todos estos años… De verdad, fue durísimo, complicadísimo, estaba muy pero que muy peligroso, mucho más de lo que pensaba…
Y, dicho esto, continuo con la oca. Acampamos, hicimos noche y el 5 de enero pasamos del C2 al C3. Entre la emoción, los nervios, el frío y el viento, no pudimos pegar ojo. Pero sarna con gusto no pica, así que a las 23:00 horas, salimos para cumbre. Y, el resto… ya es historia. 10 horas y media más tarde, es decir, a las 9:30 (hora local) Pasang Nurbu Sherpa, Chhapel Sherpa, Gelu Sherpa, Maila Sherpa, Mantere Lama Sherpa, Gamje Babu Sherpa y yo recibimos el mejor regalo de los Reyes Magos con el que podía haber soñado, un regalo que llevaba 3 años esperando. Estábamos en la cima, en la cumbre, en el punto más alto del Manaslu, la octava montaña más alta del mundo. Se dice pronto…
Pero todo lo que sube baja, y nosotros teníamos que descender, teníamos que regresar al CB, porque, como siempre digo, y no me cansaré nunca de repetirlo… la verdadera cima se logra cuando todo el equipo regresa sano y salvo al Campamento Base. Una vez más, dicho y hecho. Comenzamos, a bajar poco a poco, sin duda, lo más difícil del desafío. Y por fin, a las 18:00 horas llegamos al campamento base. Destrozados, reventados. Y es que en menos de 60 horas habíamos conseguido todo el reto. Seguía en una nube, era incapaz de asumir lo que habíamos conseguido.
No quiero despedirme sin antes poner en valor la expedición polaca de 1984. Todos mis respetos hacia aquellos alpinistas que sin la ayuda de las nuevas tecnologías consiguieron coronar el Manaslu. Tuvieron un mérito enorme. Tampoco quiero olvidarme de Simone Moro. Compañero, gracias por descender prácticamente del C2 al CB solo, porque como tú mismo comentaste, aunque tenías fuerzas suficientes para seguir ascendiendo consideraste que podías entorpecer al grupo a la hora de descender”.
Finalmente, y ahora sí que termino… solo me queda felicitar y dar las gracias a todas las personas que me han apoyado durante mi carrera: familia, amigos, compañeros y compañeras de profesión, clubes, federaciones de montaña, patrocinadores… Sin vosotros y vosotras este sueño jamás se habría cumplido.
Una y mil veces, GRACIAS.