Seguimos avanzando por la costa este de Sudáfrica y llegamos a Plettenberg Bay, como a unas seis horas de carretera desde el punto de partida (Cape Town). Hemos cruzado varios pueblos, alguna granja aislada y largos tramos a través de la espesa vegetación que caracteriza a esta región del país hasta llegar a una especie de ‘burbuja’ donde abundan las segundas residencias, impresionantes mansiones habitadas mayormente en el intervalo que va de Octubre a Enero, los meses más calurosos en Sudáfrica. En efecto, es lo que nos habían hablado de Plettenberg Bay.
Pero lo bueno de este país es que allá donde estés, siempre podrás evadirte, siempre darás con la vía de escape y siempre encontrarás alguna actividad con la que disfrutar.
Lo cierto es que hoy el día nos ha salido redondo, como de encargo. Hemos rodado durante un par de horas hasta llegar a la península Robberg donde el trazado se complica bastante para los que no somos expertos outriders.
Así que hemos aparcado las bicis y hemos caminado otras dos horas hasta completar la vuelta a este pedazo de tierra donde se suceden maravillosas playas vírgenes, espectaculares acantilados así como ruidosas y olorosas colonias de focas.
Y ya como guinda, al final del recorrido, hemos encontrado un boulder del que no teníamos muchas referencias pero con el que sospechábamos nos podíamos topar. ¡Por fin nos calzamos los pies de gato tras varias jornadas de lluvia!