Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)
Qué bueno poder comunicar, al fin, que tanto los porteadores como la tan ansiada luz del sol han llegado al Campo Base del Nanga Parbat. No obstante, los escaladores van a dejar pasar al menos un par de días hasta que tanto el cambio de meteo como las condiciones del terreno se estabilicen para iniciar un posible segundo ataque.
La última crónica parecía premonitoria. Escasas horas después de su publicación aparecía a lo lejos la esperada caravana de porteadores cargada con todos los alimentos y carburantes necesarios para mantener este Campo Base en funcionamiento durante al menos quince días más: volvemos a tener vegetales, huevos, harina, azúcar y también carne gracias a que Daniele Nardi ordenó traer una cabra. El animal, por cierto, ha llegado esta vez en forma de costillas, lomos y paletas, por lo que no hemos sido testigos, como ya ocurriera al comienzo de la expedición, de cómo lo degüellan tras colocarlo mirando al Este para después despellejarlo y despiezarlo llenándolo todo de un intenso y caliente olor a sangre. Del mismo modo, volvemos a tener gas para encender la pequeña estufa del comedor, gasolina para alimentar el generador y queroseno para cocinar. Todo ello, así como el sol (importantísimo), ha propiciado, sin duda, un cambio evidente de humor en cada uno de nosotros, y ha traído consigo mayor armonía al seno de esta pequeña familia.
Por lo que a la montaña se refiere, aquí todos coincidimos en que la vemos, innegablemente, demasiado cargada. La nieve se ha acumulado, sobre todo, en la travesía que va del CB al glaciar, y en la pala que une el C1 con el muro Kinshoffer previo al C2. Lo primero tiene fácil remedio, fatigoso pero fácil: se trata de calzarse las raquetas e invertir, por enésima vez, unas seis o siete horas en abrir huella; podría ser el mismo día de partida, o cabe también adelantar el trabajo de víspera.
En cambio, la acumulación entre el C1 y el muro se antoja más espinoso y peligroso, de hecho, nos encontramos ante el mismo panorama que hizo abortar el intento anterior.
Sin embargo, parece que a partir de hoy contaremos con varios días de sol algo más cálidos que los de hasta ahora, lo cuál puede provocar, como de hecho ya lo está haciendo, que las placas rompan y las avalanchas barran las pendientes liberándolas de la espesa nieve caída durante días. Ayer mismo fuimos testigos de como rompía el serac que flanquea el muro Kinshoffer por el oeste. La avalancha, en efecto, barrió parte del corredor que Alex Txikon y sus compañeros equiparon con sus cuerdas. También el fuerte viento que vemos está soplando arriba debería contribuir a limpiar el terreno.
De todas formas, los escaladores han decidido dejar pasar al menos dos días y esperar a que tanto el cambio de meteo como las condiciones del terreno se estabilicen para iniciar un segundo ataque. El día de partida podría ser el próximo domingo 8 de Marzo cuando parece ser que se abrirá una ventana que podría durar unos cinco días, para intentar cumbre el 12 de Marzo. Se trata, no obstante, de planes todavía muy provisionales que se irán dilucidando y definiendo durante las próximas horas.
De momento, seguimos matando el tiempo a base de horas de lectura, parchís, música y conversación; y sobre todo seguimos disfrutando de este majestuoso paraje que, de vez en cuando, nos brinda escenas más grandiosas si cabe, como cuando ayer una impresionante avalancha cayó desde los Macenos y su honda expansiva alcanzó y sacudió levemente nuestro Campo Base recordándonos, por un momento, la insoportable vulnerabilidad de nuestro ser.