Que la energía es una necesidad imperiosa resulta evidente, pero que no debemos obtenerla a cualquier precio, también debe serlo.
En una expedición entre los glaciares que rodean al K2, en un lugar tan poco alterado por el ser humano la sensibilidad por conservar lo mejor posible el entorno debe ser prioritaria.
Pero es en invierno, y las necesidades energéticas son mayores a medida que las horas de luz son menores. Por ello, para nosotros ha sido fundamental montar la instalación de placas solares y sus equipos de control, almacenamiento y conversión de la energía generada.
Buscamos un lugar soleado, con buena orientación para evitar sombras de tiendas o del enorme Broad Peak (8.051 m), a la menor distancia posible del lugar de consumo eléctrico y con una inclinación del terreno que, protegiendo los paneles de la violencia del viento, los presentara casi perpendiculares al sol, para mejorar su rendimiento. Son tres paneles de 110 vatios cada uno.
La energía que capturamos del sol es enviada a un regulador de carga, que evita excesos de tensión, y de éste, a sendas baterías, para su almacenamiento. De ellas, alimentamos directamente algunos aparatos, como la vital estación de radiocomunicaciones, que precisan un suministro de corriente continua de unos 12 V.
Hay que tener en cuenta que todo el sistema está trabajando a temperaturas extremas, incluso por debajo de los treinta grados bajo cero. Por ello, es un avance increíble e imprescindible para nosotros. Cuidemos la energía a través de las fuentes naturales.