Jornada redonda en la península Robberg
Seguimos avanzando por la costa este de Sudáfrica y llegamos a Plettenberg Bay, como a unas seis horas de carretera desde el punto de partida (Cape Town). Hemos cruzado varios pueblos, alguna granja aislada y largos tramos a través de la espesa vegetación que caracteriza a esta región del país hasta llegar a una especie de ‘burbuja’ donde abundan las segundas residencias, impresionantes mansiones habitadas mayormente en el intervalo que va de Octubre a Enero, los meses más calurosos en Sudáfrica. En efecto, es lo que nos habían hablado de Plettenberg Bay.
Pero lo bueno de este país es que allá donde estés, siempre podrás evadirte, siempre darás con la vía de escape y siempre encontrarás alguna actividad con la que disfrutar.
Lo cierto es que hoy el día nos ha salido redondo, como de encargo. Hemos rodado durante un par de horas hasta llegar a la península Robberg donde el trazado se complica bastante para los que no somos expertos outriders.
Así que hemos aparcado las bicis y hemos caminado otras dos horas hasta completar la vuelta a este pedazo de tierra donde se suceden maravillosas playas vírgenes, espectaculares acantilados así como ruidosas y olorosas colonias de focas.
Y ya como guinda, al final del recorrido, hemos encontrado un boulder del que no teníamos muchas referencias pero con el que sospechábamos nos podíamos topar. ¡Por fin nos calzamos los pies de gato tras varias jornadas de lluvia!
Al encuentro del Gran Tiburón Blanco
Una de las mil actividades excitantes que ofrece Sudáfrica y su vida salvaje es el shark diving: nos sumergimos en el océano índico al encuentro del Gran Tiburón Blanco.
La jornada empieza temprano, muy temprano. A las 5:00 de la mañana partimos de Cape Town dirección este, y tras dos horas por carretera, llegamos a Gansbaai, la aparentemente apacible bahía de la costa sudeste que alberga en sus aguas a una de las especies animales más desconocida y amenazada (quedan unos 3.500 ejemplares en todo el mundo, es una especie protegida en Sudáfrica desde 1991) del mundo.
Los biólogos marinos no conocen a ciencia cierta sus hábitos alimenticios ni migratorios; tampoco nunca una hembra ha sido vista dando a luz, por lo que se cree que lo hacen a gran profundidad. Este temido y majestuoso depredador marino puede llegar a vivir unos 60 años, alcanzar los seis metros de longitud y los 2.000 kg de peso.
Después de un potente desayuno, zarpamos hacia la isla repleta de focas que se encuentra a unas siete millas náuticas de la costa. Las focas son el alimento favorito del Gran Tiburón Blanco.
La embarcación en la que navegamos, lleva una plataforma saliente en la popa desde donde uno de los tripulantes vierte una mezcla a base de trozos de pescado, sangre y algún otro componente que desconocemos. Este cóctel despierta el instinto de los tiburones, les resulta inevitablemente atractivo y es así como empiezan a rodearnos. Una cabeza de atún y un corcho con forma de foca hacen el resto. Hasta cinco ejemplares de Gran Tiburón Blanco acuden y tratan de hacerse con la pieza.
Lo cierto es que la visión desde la cubierta es impresionante, y la experiencia de sumergirse en la jaula para verlos a menos de un metro de distancia resulta excitante. Sin embargo, el hecho de engañar a semejante animal con una cabeza de atún, un corcho y chorros de sangre no deja de despertar en nosotros ciertas dudas éticas.
Table Mountain y Lion’s Head: primeros sabores de Sudáfrica
La tragedia de Nepal nos ha pillado a miles de kilómetros, lejos del país que tanto amamos por todo lo que nos ha regalado, y lejos de casa también. Aunque sabedores de que de poco servirá, mandamos desde aquí toda nuestra solidaridad y un abrazo enorme a todos los afectados por el seísmo.
Cerrado el capítulo del Nanga Parbat, hemos cambiado el frío helador del invierno en Pakistán y la lluvia de Euskal Herria por un clima soleado y temperaturas más cálidas. Hemos cambiado de latitud, hemos cambiado de continente, hemos cambiado incluso de hemisferio: estamos en Sudáfrica.
Francamente, esto es un inmenso paraíso que espera con los brazos abiertos a todos los amantes del deporte, la naturaleza y la aventura. En términos políticos, Sudáfrica es un país recién nacido, pero cuenta, entre otros, con las formaciones rocosas (costa sur) y el desierto (extremo noroeste) más antiguo de la Tierra. Cinco ecosistemas diferentes, varias especies endémicas y bastas áreas de conservación conforman un tesoro inigualable; es fascinante levantar la mirada y no dar más que con hectáreas y hectáreas de superficie virgen. También maravilla su diversidad cultural: ¡Más de 11 lenguas oficiales! (entre las que dominan el inglés, el africaans, el zulu y el xhosa).
La primera parada nos lleva a Cape Town, principal ciudad del distrito WestCape, al suroeste del país. Las mansiones más lujosas situadas en primera línea de mar conviven aquí con urbanizaciones residenciales coquetas pero más sencillas, edificios de apartamentos modernos e interminables favelas miserables. Es muy probable que la brecha social heredada tras siglos de esclavitud, colonialismo británico y, más recientemente, años de Apartheid, sea especialmente evidente y palpable aquí, en una ciudad cada vez más dada al ocio y al descanso. No en vano, nos consta que en regiones más humildes de Sudáfrica, así como en los ambientes rurales o en los centros de negocios, la división entre la población blanca y la negra o “marrón” (así es como llaman aquí a los mestizos) no es tan aguda. Y es que ya no se trata tanto de una cuestión racial, sino de formas de vida separadas por razones de clase social. Se respetan, pero no se mezclan; simplemente porque no frecuentan los mismos lugares ni llevan niveles de vida parecidos. El choque y la violencia más explícita se vive ahora en el seno de las favelas, donde los sudafricanos arremeten contra los inmigrantes provenientes de otros países de África (sobre todo de Botswana, Zimbawe y Malawi) a los que acusan de robar puestos de trabajo; prácticamente a diario leemos en los periódicos alguna noticia en relación a estos altercados.
Doble ascensión al Table Mountain y al Lion’s Head
Tres picos custodian el área conocida como Cape Peninsula: se trata de Devil’s Peak, Lion’s Head y Table Mountain. De hecho, existe una carrera de trail running de unos 100 kms de longitud y 4.400 metros de desnivel que une estas tres montañas emblemáticas (Ultra Trail Cape Town). Es por eso por lo que tanta gente las frecuenta cualquier día de la semana y a cualquier hora. Pero parecen hacerlo más por culto al cuerpo que a la salud o al mero hecho de disfrutar de la naturaleza; cierta obsesión por la apariencia física domina el ambiente en Cape Town.
Nosotros, junto a nuestro amigo y anfitrión Adrian DeFay (ex jugador de rugby), hemos optado por la doble ascensión al Table Mountain (1.084m, considerada recientemente Maravilla Natural, también se puede ascender en teleférico) y al Lion’s Head (669 m). Es una subida amable que, apretando un poquito, nos ha hecho sudar. El regalo a la vista, desde ambas cumbres, es excepcional. Una buena manera de empezar a saborear Sudáfrica.
La celda de Nelson Mandela
Otra visita ineludible para el que viaja a Cape Town es Robben Island y la celda en la que el ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela pasó 18 de los 27 años de presidio a los que fue condenado por su lucha contra el Apartheid. Varios barcos zarpan hacia allí a diario; son unos 40 minutos de navegación para llegar, visitar la isla y recorrer, de la mano de un ex preso político, la cárcel en la que tuvieron encerrado a Mandela. Muy recomendable.