Reconstrucción del CB de ManasluEki en 3D mediante drones
Como sabéis, en nuestras expediciones, además de trabajar duro en las rotaciones en altura también colaboramos en el desarrollo de proyectos medioambientales, tecnológicos, sociales… En este caso os quiero contar el trabajo de reconstrucción en 3D mediante drones del CB de #ManasluEki. Un proyecto que hemos llevado a cabo de la mano de Drone by Drone, la primera empresa operadora de drones habilitada por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea en Euskadi, y que gracias al uso de UAS para la monitorización estudian situaciones interesantes para el desarrollo seguro y sostenible de expediciones como las que nosotros llevamos a cabo. Nada como hacer equipo con gente de casa y experta en lo suyo; gracias a ellos hemos podido compartir con vosotras y vosotros en mis canales de RRSS algunas imágenes aéreas muy chulas entrenando por la zona de Gorbeia y ahora un proyecto muy especial en el Manaslu.
En el caso del proyecto de reconstrucción en 3D mediante drones del CB de #ManasluEki, este ha sido posible gracias a la técnica de restitución fotogramétrica mediante drones, que permite la reconstrucción de terrenos en 3D para el análisis del entorno.
Suena enrevesado, pero os explico en qué consiste y qué fines tienen además del lúdico tienen estas reconstrucciones en 3D, porque el modelo digital generado permite la medición de múltiples parámetros sobre el mismo, pudiendo exportar la información en múltiples formatos para su explotación y análisis a programas tipo GIS o CAD.
De este modo, a nivel de alta montaña, el uso de los drones no solo aporta espectaculares imágenes, sino que nos pueden aportar datos para su posterior análisis en aspectos tan importantes como la seguridad, la sostenibilidad, el medio ambiente o los fenómenos atmosféricos locales.
- Análisis de la erosión generada por la presencia humana en los campamentos bases
- Presencia de basura e incluso posibilidad de medición volumétrica de la misma para determinación de medidas de atenuación y eliminación de la misma
- Observación y mediciones de movimientos de seracs peligrosos para los escaladores
- Observación y mediciones de los Glaciares, para la evaluación de su retroceso o pérdida de masa por motivo del cambio climático y afección humana sobre los mismos.
- Realización de contenidos audiovisuales en 3D, para interacción y la posibilidad de trazar recorridos virtuales por el propio campamento base o zonas interesantes de las ascensiones. De esta manera se consigue una inmersión más real en el día a día de los escaladores y de la expedición, y conseguir acercar al público de manera más realista, sin tener que someterse a los riesgos de las expediciones al Himalaya.
Reconstrucción 3D del Campamento Base del ManasluEKI mediante drones.
Una experiencia inolvidable
Lo hemos tenido ahí. Muy cerca. Casi lo podíamos tocar con la punta de los dedos. Pero no, no hemos podido lograr ascender a la cima del Manaslu. Algunos considerarán que, al no lograr el objetivo marcado, hemos fracasado. Pero nada más lejos de la realidad. Nos vamos muy satisfechos con el trabajo realizado. Y no lo digo por quedar bien. Es algo que de verdad siento. Me voy con una gran sonrisa y con la calma de haber hecho todo lo que estaba en nuestras manos y de haber tenido la cabeza fría para tomar las decisiones que nos han hecho regresar con vida.
Esto no es como un partido de fútbol, en el que unos ganan y otros pierden. La única vez que se pierde en el monte es cuando uno no vuelve de arriba. Y este año, desgraciadamente, hemos tenido demasiado de esto. Siento muchísimo que amigos y compañeros no hayan podido volver a casa. Es la cruz de este maravilloso deporte que nos tiene tan enganchados. Un peaje demasiado caro que han tenido que pagar. Descansen todos en paz. El mundo es un lugar más triste sin ellos…
Hemos logrado muchísimas cosas a lo largo de estas inolvidables semanas. En lo deportivo y en lo personal. Hemos logrado ascender hasta los 7.100 metros en pleno invierno y por una vía jamás explorada. Ha sido precioso, pero también duro. Muy duro. En algunas ocasiones admito que hemos empujado un poco más fuerte de lo que debiéramos, pero sé que si volviésemos a estar en la misma situación haríamos exactamente lo mismo. Hemos cargado con muchísimos kilos de material y hemos abierto huella con más de un metro de nieve, cubiertos por el manto blanco hasta casi la cintura. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos y, en cierta forma, veníamos a eso. Y si no hubiera sido por esa rimaya que nos encontramos entre el primer y segundo campamento o si la ventana de buen tiempo hubiese durado un día y medio más… Bueno, como se dice vulgarmente, “es lo que hay”. Habrá tiempo de analizar lo que hemos hecho con más calma.
Decía que también ha sido una gran experiencia a nivel personal. Me ha acompañado un grupo fantástico. Sé que mientras estoy concentrado en una expedición puedo ser más complicado de llevar. Me concentro y me sale la máquina que llevo dentro.
Ha sido una gozada volver al monte y al alpinismo de primer nivel con un amigo como Iñaki Álvarez. Él sí que es una máquina. Una persona calmada, que no pierde los nervios nunca, y que siempre está dispuesto a echarte una mano. El tipo de compañero que todas y todos queremos a nuestro lado cuando las cosas se tuercen y de verdad te juegas el tipo. También he aprendido mucho de Simone Moro, un escalador de primerísimo nivel, con el que ya son varias las cordadas que hemos compartido. Nunca voy a olvidar cómo movilizó todo lo que pudo el día del fatal accidente de Sergi Mingote. Fue él quien me avisó de todo y sé que más no pudo hacer. Eskerrik asko a los dos por haberme acompañado en esta maravillosa aventura. Seguro que nos quedan muchas más por compartir.
Quisiera dedicar unas palabras al maravilloso grupo que he tenido a mi lado en el campamento base. No voy a enumerarles de uno en uno, porque necesitaría casi una entrada por cada uno de ellos y cada una de ellas. Eskerrik asko a vosotros y a vosotras también. Vuestro trabajo en el base ha hecho posible que hayamos podido alcanzar los 7.100 metros.
Y, cómo no, eskerrik asko, de corazón, a todos los patrocinadores que han hecho que este niño de 39 años haya podido gozar de esta oportunidad. Lo he hecho de la mejor manera que he sabido, pero en el monte, por mucho que uno se prepare, se está a merced de las circunstancias de cada momento. Ha sido un viaje maravilloso. Una experiencia inolvidable. Eskerrik asko!
El lujo de poder compartir esta aventura con Iñaki
La mayoría no conoceréis a Iñaki pero nosotros hemos tenido el lujo de poder compartir este proyecto con él. Iñaki Álvarez, un guipuzcoano de Zumarraga apasionado de la historia y la arqueología es un hombre tranquilo, silencioso. Su humildad está a la par que la enorme ilusión que ha puesto en esta aventura desde el primer minuto en el que le dije si le apetecía venirse al Manaslu con nosotros. Iñaki ya había estado de expedición conmigo hace 20 años junto a Jon Maroto y Xabier Ormazabal. De los 4 que formaban aquella expedición, solo Iñaki y yo seguimos con vida lamentablemente.
Hace apenas unos meses nos contaba la relación que ha tenido a lo largo de su vida con la montaña. Os dejamos aquí un breve texto que nos escribió apenas unas semanas antes de partir.
“La montaña es una pasión que llevo dentro desde mi juventud. Esto me ha llevado a escalar en lejanas cordilleras a lo largo de mi vida. Recuerdo perfectamente mi primera experiencia con el ‘mal de altura’, fue en el Mont Blanc por la vertiente del Grands Mulets, en el 99. Si el primer día bajamos mareados el segundo nos empeñamos en subir hasta llegar a la cima. Ese mismo año vi morir por primera vez a un alpinista, fue escalando la arista Hornli al Cervino. Con posterioridad también escalé la arista Lyon a este mismo pico y muchas otras vías tales como la arista Mitellegui al Eiger, el espolón este al Ober Torberg, Dent du Geant, Weisshorn etc.
En 2001 fue mi primera experiencia por encima de los 6000 metros, y la primera vez que vi congelaciones, concretamente en los dedos de mi amigo Jon Maroto, tras bajar del Huascarán. He vuelto a los Andes peruanos (Cordillera Blanca) y bolivianos (Cordillera Real) en diferentes años para hacer otros picos como el Toclaraju, el Huaina Potosi o el Illimani.
Visité el continente africano en 2008 con mi amigo Koke Lasa para ir a los Atlas, donde escalamos varias montañas. Entre ellas, el Toubcal, por la vía del corredor. Pero lo más destacable de aquella actividad fue el ascenso al Biiguinoussene (4002 m) por una vía nueva, que no vimos catalogada, y de la que tampoco dimos noticia. Diría que tenía un grado D+.
Mi viaje al Pamir en 2002 fue toda una experiencia y una lección de alta montaña que no olvidaré. Allí conocí a Alex Txikon, y aunque no hicimos cima, perdura nuestra amistad, así que eso sí que me llevé de aquella gran montaña.
Quizá lo más destacable de mi humilde carrera alpina sería la expedición al Shisha Pangma en 2004, ya que dejamos de lado la vía normal para escalar el corredor central de su cara norte, de mil metros, con unos 55º mantenidos, que llevaba directamente a la cima. Fue abierta en 1987 y nosotros entramos aquel año tras ser ascendida primeramente por nuestros amigos Unai Pérez de Arenaza y Oriol Baró, que nos animaron a trepar por aquel gigantesco tobogán de hielo.”
Gracias Iñaki por estar aquí arriba cuidándonos a mí y al resto del equipo.
EKI-SOS Himalaya: una colaboración de altura
La expedición que estamos llevando a cabo este año tiene un marcado valor humanitario y solidario. Siempre intento que sea así, pero este año tenía que serlo más que nunca. Y es que la pandemia generada por la COVID-19 ha golpeado fortísimo a todo el Nepal. No tanto a nivel de contagios, que también, pero sí a nivel económico. La gente de aquí vive en gran medida del turismo y este año, como todos sabemos, no nos hemos podido mover apenas de nuestros países. Cuando hablaba con ellos y ellas por teléfono antes de venir, todos me transmitían la misma idea: “estamos sufriendo mucho. Está todo parado y esto es insostenible. La gente lo está pasando muy mal”. La preocupación invadía sus palabras.
Sabía, por lo tanto, lo que nos íbamos a encontrar. Es por esto por lo que, junto con la Fundación EKI, nos pusimos manos a la obra. Teníamos que pensar cómo podríamos ayudarles. Siempre dentro de nuestras posibilidades, claro. Somos un equipo comprometido pero muy pequeño, con recursos limitados. Pero teníamos que buscar la fórmula. Aquí no caben las excusas. Nepal me ha dado muchísimo y siempre siento que estoy en deuda con ellos y con ellas… En cierta forma, se lo debo.
Pues bien, tras buscar fórmulas con Fundación EKI, pensamos que podríamos ayudarles de dos maneras diferentes: entregándoles 60 bombillas autónomas y regalándoles las placas solares que nos hemos traído al campamento base del Manaslu que nos proporcionan toda la energía que necesitamos en nuestro día a día.
Pero necesitábamos meter a un tercer protagonista en la ecuación. Alguien que nos indicase dónde y a quién entregar el material. Alguien que conociera de primera mano y mejor que nadie las necesidades de las personas del Nepal. Y ahí es donde entró la Fundación Iñaki Ochoa de Olza-SOS Himalaya. Nos pusimos en contacto con ellos y todo fue muy sencillo. Nuestro trabajo consistiría en recibir el material de Fundación EKI y llevarlo hasta el Nepal. Así lo hicimos.
Durante nuestra primera semana en Katmandú nos reunimos con ellos y les entregamos el primer lote de productos: 60 bombillas LED autónomas, que puede funcionar gracias a una placa solar que tienen adherida o que, si se desea, también pueden encenderse con corriente normal (aunque sufra cortes, como suele ser habitual en algunas zonas). Es decir, estas bombillas tienen una batería de litio que se carga gracias a la luz del sol o a la corriente que pueda llegar. Si se hace de noche o el suministro eléctrico se corta, la batería queda cargada y la bombilla sigue funcionando durante 8 horas como máximo. Un sistema sencillo, pero tremendamente eficaz. Además, estas bombillas cuentan con una entrada USB y otra microjack y el sistema puede activarse con un mando a distancia. Una bombilla en un hogar puede suponer que las niñas y niños puedan estudiar, que su día no se apague con la marcha del sol.
Una vez finalicemos nuestra expedición en el Manaslu, les entregaremos el segundo lote de material: las placas solares que nos sirven para abastecernos de energía en el campo base y que evitan que tengamos que utilizar generadores y consumir combustible (sin olvidar el impacto medioambiental que estamos evitando). Pero antes tenemos el reto de subir un gigante de 8.163 metros, y no nos lo está poniendo fácil. Eskerrik asko a Fundación Iñaki Ochoa de Olza SOS Himalaya por ayudarnos a llevar todo este material a las zonas donde más lo necesitan y a Fundación EKI por hacerlo posible. Estamos consiguiendo que las energías renovables lleguen a los lugares más recónditos del planeta y ayudando a muchas familias a mejorar su vida.
La recompensa después del duro trabajo
Estamos molidos. Han sido días de muchísimo trabajo. Como sabéis, una rimaya enorme nos obligó a cambiar los planes y eso ha dificultado mucho la subida. Pero ha merecido la pena. La tranquilidad que te da el haber hecho un trabajo brutal como el que hemos realizado reconforta muchísimo. Además, por una ruta inédita. Pocas cosas tan satisfactorias, de verdad. La inmensidad del lugar, tan blanco y silencioso, los ‘mushrooms’ y ‘popcorns’ que nos hemos encontrado arriba… ha sido precioso. Hemos sufrido de lo lindo, pero lo hemos disfrutado muchísimo más. Estoy muy orgulloso del equipo. Emociona todo lo que hemos hecho. ¡Vemos muy cerquita el pico norte del Manaslu! Hemos equipado casi hasta los 6.700 metros y hemos subido prácticamente todo el material necesario para el ataque a cumbre.
La ruta mencionada la hemos tenido que trabajar durante 3 intensos días. Era nueva para nosotros. Creemos que nadie la ha subido nunca. A falta de información, Chhepal, Kalden, Namja y yo nos hemos tenido que emplear a fondo para equiparla poco a poco. Paso a paso, pero sin descanso. Equipamos gran parte de la vía entre nosotros cuatro. Por otro lado, Iñaki se encargó de hacer dos buenos porteos de material y Simone, Tenzing y Gelum equiparon 350 metros de cuerda, desde los 6.325 metros hasta los 6.450 metros. Continuaron lo que empezamos. Simone, además, ha realizado una importante labor subiendo hasta los 6.650 metros el resto de material necesario para el ataque a cumbre. 20 kilos de mochila, casi nada.
Han sido días de muchos altibajos. Incluso pensamos en tener que darnos la vuelta para Bilbao en algún momento debido a las dificultades que nos hemos encontrado. Aquella rimaya pudo haber sido decisiva, pero superamos el escollo. Con sacrificio, compromiso y muchas ganas. Pero, sobre todo, con un tremendo trabajo psicológico. La montaña te obliga a ello, y creo que lo hemos superado con creces.
Ahora toca descansar unos días. Nos hemos pegado una buena ‘soba’. Pero en cuanto el tiempo lo permita, vamos para arriba. Somos bastante optimistas y creo que hemos adelantado muchísimo. El siguiente paso será duro. Durísimo. Y, de nuevo, la montaña nos pondrá a prueba. Como siempre lo hace. Pero estamos preparados.
Los Sherpas, protagonistas imprescindibles en nuestras expediciones
Los Sherpas son, sin ninguna duda, protagonistas esenciales en todas nuestras expediciones en el Himalaya. Sin ellos, nos sería prácticamente imposible enfrentarnos a los retos que nos proponemos. Por supuesto, Manaslu-EKI no es una excepción. Ellos están siendo parte importantísima en la equipación de la nueva ruta que estamos abriendo.
Quisiera, ante todo, dar las gracias a este colectivo que tanto ha sufrido las consecuencias de la pandemia generada por la COVID-19. Las restricciones derivadas por la situación epidemiológica de todo el mundo han frenado en seco la gran mayoría de las expediciones programadas para este año. Como bien sabéis, nosotros tampoco hemos tenido nada fácil llegar a Nepal. Sudamos mucho para poder organizar todo, arreglar todos los papeles que las autoridades locales nos exigían y, finalmente, pasar una cuarentena que retrasó todos nuestros planes. Como os digo, todas estas complicaciones han hecho que muchas personas hayan decidido no venir durante este invierno.
Todos estos sherpas viven, en gran medida, de gente como nosotros y de turistas. Su principal sustento son las expediciones y en 2020-2021 apenas ha habido. Os hablaba en otra reciente entrada de lo que nos dijeron varias personas durante el trekking que nos ha traído hasta el campo base: “sois de los poquísimos extranjeros que hemos visto estos últimos meses. Desde marzo ha venido muy poca gente y eso para nosotros es demoledor”. Un mensaje descorazonador que nos da muchísima pena. Esperemos que la situación cambie cuanto antes y que estas personas, al igual que las de toda esta región, vuelvan a tener una entrada de dinero fiable para que puedan vivir de la manera más digna posible.
Dicho todo esto, me gustaría hablaros de tres sherpas que nos acompañan en esta aventura: Chhepal Sherpa, Kalden Sherpa y Namja Sherpa. Tres maravillosas personas que, además, son unos magníficos profesionales. Sinceramente, sin su ayuda y experiencia, todo esto que estamos viviendo no hubiera sido posible. ¡Namaste!
Cheppal Sherpa es el que más tiempo lleva con nosotros. Desde que tratamos de ascender el Everest en invierno nos acompaña en todas nuestras expediciones. Es el mayor de todos y hace las labores de líder del equipo Sherpa. Es una persona espectacular, amable y educado. Pero sobre todo, es una máquina en la montaña. Su experiencia nos es fundamental y trabaja muchísimo. La verdad es que no deja indiferente a nadie. Todo el que le conoce estoy seguro que le recordará toda su vida.
Kalden Sherpa empezó con nosotros el año pasado en el Ama Dablam (el pico principal se alza 6.812 metros sobre el nivel del mar). Es una persona muy fuerte y atrevida. Un hombre de pocas palabras, de esos a los que cuesta sacar lo que llevan dentro pero, una vez entablas una relación con él, es una persona muy simpática y cercana. Si tuviera que destacar algo sobre él, diría que es muy dispuesto, que nunca escatima en esfuerzos. No tiene problemas para trabajar y eso se agradece muchísimo cuando llega la hora de la verdad.
El último de los protagonistas es Namja Sherpa, un nuevo fichaje al que hemos incorporado en esta ocasión. Sin duda, otro ‘máquina’. Lo que más me ha impresionado es su fortaleza física. Está fortísimo. Mi amigo Lur, al que aprovecho para mandar un saludo desde aquí y que tuvo que dejar la aventura antes de lo que nos hubiera gustado, se quedó asustado con su capacidad: “cómo va este tío, Alex. Tiene una forma física increíble”. Algo sabrá él de todo esto también. Bienvenido al equipo, Namja, y ¡muchísimas gracias a todos vosotros!
La importancia de cuidar nuestro planeta
Los que me conocen saben de sobra la importancia que le doy al cuidado del medioambiente. Es más, los que me acompañan en mis últimas expediciones han sido testigos de que en este tema soy inflexible: es nuestra obligación cuidar la naturaleza. Es por esto que, por ejemplo, no les permito subir botellas de plástico en nuestras aventuras y expediciones. Y si se me escapa alguna, pueden dar por hecho que la van a volver a bajar de nuevo hasta abajo y depositarla donde es debido. Soy consciente que puedo ser pesado e intransigente pero mi compromiso me hace actuar de esta manera.
Desde hace varios años me gusta involucrarme en proyectos que ayuden a nuestro planeta. O que, por lo menos, hagan que nuestro paso por la tierra deje la menor huella posible. Ya la hemos castigado demasiado durante muchos años. Además, trato de que mis expediciones tengan un fuerte carácter sostenible. Por seguir con el ejemplo del agua, en vez de subir bidones, lo que hacemos es tratar el agua que nos proporcionan la nieve o el hielo.
Creedme, no hago todo esto porque esté de moda. Como digo, es algo que llevo muy dentro. Me enseñaron en casa a cuidar la naturaleza y la importancia que tiene ayudar al que más lo necesita y lo hago de la mejor manera que sé. Muchas veces, cuando voy a los montes cercanos a mi pueblo (Anboto, Mugarra, Gorbea…), dejo de entrenar para empezar a recoger todos los plásticos que veo a mi alrededor. Acabo siempre bajando con unos kilos de basura que han dejado otras personas. Es algo que me sale de dentro. Me duelen los ojos cuando veo basura en el monte.
Este compromiso personal ha hecho que surjan alianzas de manera muy natural con el ENTE VASCO DE LA ENERGÍA y la Fundación EKI. Entidades con las que comparto visión y valores, como esos amigos con los que con tan solo una mirada lo dices todo.
Lo que hace Fundación EKI es tremendamente interesante. Quedé enamorado cuando hace ya varios años me hablaron del proyecto. Por resumirlo en pocas palabras, centran sus esfuerzos en suministrar fuentes de energía eléctrica autónoma (principalmente solar fotovoltaica) a centros educativos, de salud, y de interés social en países en vías de desarrollo, sobre todo en África. Lo hacen desde 2017. Y es que en el planeta todavía hay, según me contaron ellos mismos, más de 1.000 millones de personas -una de cada siete- sin acceso a la electricidad, de las que 600 millones viven en el África Subsahariana. Muy duro.
En cuanto a la expedición de este año, tal y como lo hicieron cuando fuimos al Everest en 2019-2020, Fundación EKI nos ha proporcionado placas solares que nos permiten no tener problemas de suministro energético en campo base. Aprovechamos la luz del sol y estas placas para abastecernos al 100%, sin necesidad de generadores de energía (y combustibles). Aquí arriba utilizamos muchos dispositivos que necesitan energía: baterías, teléfonos, radios, ordenadores, estaciones meteorológicas, drones… pues bien, no vamos a emplear ni un litro de combustible. Algo de lo que estamos muy orgullosos.
Comer como en casa
Si la alimentación es importante en cualquier aspecto de la vida, lo es más a casi 5.000 metros de altitud, donde tenemos instalado el campo base. Y, claro, para mi es fundamental contar con la ayuda de un gran cocinero y amigo que me acompaña desde hace 4 expediciones: Eneko Garamendi. Sin él, todo sería mucho más complicado. Os he ido contando varias cuestiones a lo largo de estos días pero creo que el tema de la comida merece una entrada aparte. Sirvan estas líneas como agradecimiento Eneko, un enorme cocinero de altura.
Como os podéis imaginar, no es nada sencillo cocinar en estas circunstancias. Primero porque tenemos que subir muchísima comida para poder alimentar a los que nos encontramos aquí. No es lo mismo tener que preparar comida para 2 personas o para una docena (otro día os contaré quiénes somos los que formamos el equipo). Y, segundo, porque contar con alimentos frescos es tarea imposible y eso complica todo muchísimo.
Como buenos vascos que somos, nos encanta comer (gracias a Supermercados BM, que nos ha proporcionado mucha comida para la expedición) y le damos muchísima importancia a este aspecto. Que se lo pregunten, si no, a mi compañero de cordada y amigo Simone Moro. Cito textualmente las bonitas palabras que le brindó el otro día a Eneko: “de todas las expediciones en las que he estado esta es, sin duda, en la que mejor estoy comiendo, y con muchísima diferencia. Es más, sueño con los platos que preparas”. La verdad es que después de las alubias que se comió, le entiendo. Cualquiera hubiera dicho lo mismo. Estaban espectaculares.
El desayuno -café con tortilla o huevos cocidos y alguna galleta- lo suelen preparar nuestros colegas nepalís Ringi y Raju, los cocineros que trabajan para los Sherpas que nos acompañan. Siempre suelen traer sus propios cocineros porque no suelen comer lo que preparamos nosotros. Normalmente comen dal baht, la típica receta nepalesa. Es verdad que Eneko siempre les ofrece lo nuestro. Lo prueban, dan las gracias de manera muy educada, pero no van más allá. Costumbres de cada uno, supongo. Y a mí me encanta ver toda esta variedad y mezcla de culturas.
Tras el desayuno, a veces hacemos nuestro ‘hamaiketako’ (típico almuerzo de nuestra tierra a eso de las 11 de la mañana) y nos preparamos para la comida. Comemos de todo y muy variado: bacalao, lentejas con codillo, entrecotes (eskerrik asko, ¡Cárnicas Alejandro Goya!), pollo, chorizo (Palacios nos ha ayudado muchísimo), pato, paellas… Como os podréis imaginar, la pasta suele ser el plato estrella, por todo lo que nos aporta. Eneko, además, le echa de todo: desde carne picada hasta verduras en conserva. Hablando de conservas, comemos muchísimo bonito, anchoas o sardinillas, que nos ha proporcionado nuestro patrocinador Isabel.
Como os decía, es imposible contar con comida fresca, se congela enseguida y no queda bien. En este sentido, nos es dificilísimo comer fruta, porque es muy complicado mantenerla como es debido. Pero no podemos pretender comer como en casa, aunque nos acercamos muchísimo desde que Eneko entró a formar parte del equipo. Tras la comida, a media tarde, nos gusta merendar café con galletas y, antes de meternos a la cama, cenamos. Casi siempre sopa, que con un par de vasos nos aporta la mitad del agua diaria que necesitamos.
La carne y el pescado los almacenamos en unos bidones fuera de las tiendas. Allí se mantienen congelados. El resto lo tenemos repartido por la tienda, siempre a buen recaudo. Eneko lo tiene todo controlado (y vigilado). Es más, tiene todo tan calculado que creo que tiene pensado hasta lo que comeremos el día 30 de expedición… pero necesitamos que lo lleve así, a rajatabla. La comida, como os decía, es fundamental en este tipo de aventuras. Eskerrik asko sukaldari!
La cara y la cruz de la montaña
No han sido nada fáciles estos últimos días aquí en el Himalaya. Las últimas noches las he pasado en vela. La muerte de Sergi Mingote ha caído como un jarro de agua fría, una terrible noticia que no esperábamos en absoluto. Tan solo ponerme en la piel de Tamara Lunger o en la de la familia de Mingote… se me pone la piel de gallina. Les mando muchísimo ánimo desde aquí y un fuerte abrazo. Espero que encuentren consuelo en estos duros momentos.
Es cierto que quienes nos dedicamos a esto y no llevamos 4 días aquí entendemos que corremos muchos riesgos, que escalar este tipo de montañas no es ningún camino de rosas. Pero uno nunca está preparado para recibir este tipo de ‘palos’. Se hace tremendamente duro ver que alguien se va tan joven y por un desgraciado accidente.
Fue mi compañero de cordada Simone Moro quien me dio las dos noticias importantes del día por radio mientras nosotros tratábamos de avanzar un poco más allá del campo 1. “Alex, Mingote ha sufrido un accidente y vamos a ayudarle en lo que podamos. No pinta bien”. Me quedé helado. Acto seguido añadió: “el equipo nepalí ha logrado hacer cumbre en el K2”. Dos noticias contrapuestas que, sin duda, cambiaron mi estado de ánimo por completo. Por un lado, un buen hombre había fallecido y, por otro, un pueblo como el nepalí había logrado una hazaña mayúscula de la que me alegré muchísimo. Una sensación agridulce invadió mi cuerpo.
El siguiente paso lo tuve claro: por respeto a Mingote, debíamos de bajar automáticamente al campo base. Era mi manera de guardarle luto. De mostrarle mi consideración. No fue una decisión compartida en un principio por todos, pero sí firme y muy decidida. Era algo que debía de hacer. Para ser respetado, hay que aprender a respetar. Así lo hice. Descansa en paz, amigo.
Por último, mi más sincera enhorabuena al equipo nepalí. ¡Ole, ole y ole! No sabéis cómo me alegro por ellos. Durante décadas han ayudado a gente como nosotros a conquistar nuestros sueños y esta semana han sido ellos quienes han cumplido los suyos, entrando en la historia por la puerta grande. Leo con estupor las críticas de algunos puristas. ¿Cómo podemos criticar el hecho de que algunos hayan llevado oxígeno? ¿No es lo suficientemente duro y honrado el hecho de subir el K2 en pleno invierno? ¿Qué más hay que hacer para que la gente acepte que lo que han hecho no lo ha conseguido nadie en toda la historia?
No comparto estas críticas en absoluto. Tras estar durante muchísimo tiempo a la sombra de expediciones como las nuestras, han sido protagonistas de su propia historia, llevando la bandera nepalí a lo más alto. Desde aquí, zorionak! Tenéis un mérito enorme. Es una pena que esta noticia haya coincidido con la de la muerte de Sergi Mingote. La montaña tiene estas cosas. Es capaz de darte y quitártelo todo. Es parte de ella. Y lo asumimos.
Ayudar al prójimo
Creo que no hay nada más gratificante que ayudar al prójimo. Hacerlo de manera altruista, además, multiplica exponencialmente el nivel de satisfacción. Todos, absolutamente todos, necesitamos ayuda en algún momento. Por esta razón, me hace especial ilusión el haberme involucrado en el proyecto ‘Encuentros de Altura’, de la mano de CaixaBank, cuya red de oficinas detecta las necesidades de las entidades sociales del territorio y apoya así a la Fundación “la Caixa” en su labor social, canalizando una parte de su presupuesto. ¿Qué es ‘Encuentros de Altura’? Pues una iniciativa que pretende estimular y motivar a todos los usuarios de las residencias de mayores, que es una de las líneas prioritarias la Fundación “la Caixa” y CaixaBank y más aún en esta situación. Y también en cierto modo reconocer al personal que trabaja en estos centros y que acompaña a nuestros mayores, que están haciendo una gran labor en este contexto tan complicado. De verdad, gracias por haberme hecho este regalo. Me siento un privilegiado.
La pandemia generada por la COVID-19 ha golpeado muy duro a nuestra sociedad, pero en especial a nuestras personas mayores. Son ellos y ellas los que, sin ninguna duda, más han sufrido. Por un lado, porque han sido el colectivo más vulnerable y, por otro, porque aquellos que viven en una residencia han visto cómo su libertad se ha visto reducida a las cuatro paredes del lugar donde residen durante mucho tiempo. Y esto es algo muy duro. Por mucho que quiera, no logro ni siquiera imaginarme por lo que muchos de ellos y de ellas han pasado.
Cuando me propusieron pasar unas horas charlando con ellos no me lo pensé dos veces. Sabía que iba a ser un placer y que iba a aprender muchísimo de todos ellos y ellas. No sabía, en cambio, lo que yo les iba a poder aportar. ¿Qué podría enseñar a unas personas que han vivido mucho más que yo? En todo caso sería yo el que tendría que escuchar. Tras realizar varios encuentros tengo que decir que mis expectativas se quedaron cortas. Muy cortas. Estoy aprendiendo mucho más de lo que creía y espero que ellos estén disfrutando de esta experiencia tanto como lo estoy haciendo yo.
Con el proyecto ‘Encuentros de Altura’ pretendemos trasladar a los mayores por unos instantes a la montaña a través de un sinfín de anécdotas vamos poniendo en común. Es momento de seguir estando junto a nuestros mayores, tenemos la suerte de contar con tecnología para poder estar en contacto con ellos y este ‘sentirnos cerca’ tiene un beneficio total sobre su estado de ánimo. Hay testimonios que, sin exagerar, me están poniendo la piel de gallina. Uno de los mayores, un gran aficionado a la montaña, me decía que el mejor regalo que podía tener era poder escucharme. Y otro que, según me indican desde Matia Fundazioa es una persona que suele estar en soledad, y que la ilusión que le produjo el encuentro, se lo quiso comunicar con inmediatez a su hermana para contarle la experiencia y pidió poder repetir la llamada para enseñarme unas fotos de él en la montaña. Con esto uno se da cuenta como con tan poco, se pueden cambiar muchas cosas. Y ya les he dicho, que estoy contando los días para poderles conocer físicamente y ojalá incluso pueda hacer una salida al monte con ellos.
Las nuevas tecnologías han hecho posible que personas curtidas en mil batallas y yo nos hayamos sentido cerca. Tan cerca que, incluso, como os decía, nos hemos llegado a emocionar en muchos momentos. Eskerrik asko a todas estas personas que han decidido compartir conmigo una de las cosas más importante de esta vida: el tiempo. Como he dicho, me siento todo un afortunado.
Ahora soy yo el que está inmerso en una nueva aventura: tratar de subir el Manaslu (8.163 metros sobre el nivel del mar) en pleno invierno, una hazaña nunca antes conseguida. Aun así, esto no me impide mantener el contacto con ellos durante estos días. No de forma directa pero sí a través de vídeos que les voy mandando. Les cuento nuestros avances, nuestras tardes en equipo tomando té y jugando a cartas, también las frustraciones y lo malos ratos que nos llevamos cuando las cosas no salen como esperamos. Todos tropezamos, tengamos la edad que tengamos. Cuando vuelva les contaré todo lo vivido, aunque como hasta ahora, seguro que ellos y ellas tienen muchísimo más que aportar.