No hay mejor regalo que su sonrisa y el brillo de sus ojos

Todos, absolutamente todos, necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida. A lo largo de mi existencia he tenido el placer de coincidir y conocer a muchísimas personas, cada una con su historia. Historias muy duras, de esas que te dan qué pensar. Os prometo, que muchos de esos testimonios me han puesto la piel de gallina, y me han hecho derramar más de una lágrima... No exagero. Por mucho que quiera, no logro ni siquiera imaginarme por lo que muchos de ellos y de ellas han pasado. Gracias a todo lo que he visto y escuchado, me he dado cuenta de lo importante que es ayudar, colaborar, porque con muy poco, podemos cambiarlo todo.

De modo que, tras alcanzar la cima del Manaslu y unos días de descanso en Katmandú -aunque a decir verdad, dormir poco, pero sí recuperarnos del gran esfuerzo que habíamos hecho-, decidimos regresar al Campamento Base para reencontrarnos con las y los vecinos de Samagaun. Esa gente siempre nos recibe con los brazos abiertos y echarles una mano me parece lo mínimo que podemos hacer.

En nuestra vuelta al CB del Manaslu tuvimos la suerte de estar muy bien acompañados, con amigas y amigos. ¡Qué más se puede pedir! Concretamente, entre nuestro grupo de 13 amigos y amigas vivieron 7 sanitarios (2 médicos y 5 enfermeros y enfermeras). Durante su estancia han pasado consulta y entre todos y todas hemos adquirido diversos materiales que tan bien le viene a la población local. Medicación, productos de higiene… y dos camas térmicas. Sí, sí, habéis leído bien… camas térmicas, es decir, unas incubadoras portátiles que hemos instalado en Okjaldhunga Patle y Samagaun. Increíble

Dicho así, suena un poco raro, pero os pongo en contexto. De sobra es sabido que la tecnología es la clave en cuanto a avances sanitarios, pero desgraciadamente, la mayoría de las veces es carísima, y por lo tanto está muy alejada de las posibilidades económicas de países en desarrollo. Es más, entre todas esas historias que anteriormente os he contado, hubo una que se me quedó grabada en la mente. Noa, una mujer nepalí de apenas 33 años, me contaba con lágrimas en los ojos que, en su aldea, los bebés prematuros se acomodan en una caja de zapatos o en una calabaza vacía… Se me caía el alma al suelo. Una caja de zapatos o una calabaza… eso es para ellos y ellas lo que aquí conocemos como una incubadora convencional, cuyo precio puede ascender hasta los 60.000 euros.

Ante esta cruda realidad, dos jóvenes ingenieros de “Medicina abierta al mundo”, se pusieron en marcha y desarrollaron una cuna neonatal accesible, de código abierto y bajo coste. Su trabajo, consiste, entre otros, en crear unos microchips que se implantan en la cuna y con el que generan unas condiciones de humedad, luz, oxígeno y temperatura óptima para que cuando el bebé nazca pueda descansar en condiciones ideales. Y creedme, en estas zonas rurales tan alejadas disponer de estos recursos, sobre todo en invierno, puede salvar (muchas) vidas…

Pero aquí viene lo mejor… Esta cuna es plegable, tiene el tamaño de una maleta, pesa aproximadamente 23 kilos y cuesta en torno a los 350 euros… Los y las precursoras de este invento, convencidos de que el lugar de nacimiento no debería condicionar las posibilidades de un recién nacido de salir adelante, han utilizado materiales y tecnologías sencillas de manera que pueda ser adquirida y replicable en cualquier lugar del mundo. De hecho, si algo falla, un ingeniero, puede conectarse desde España con el microchip de la incubadora y arreglar las averías y problemas técnicos de manera telemática. Es más, toda la información del diseño y montaje es compartida en internet de manera que quien pueda necesitar este producto, pueda fabricarlo por sus propios medios. De verdad, ¡un inventazo!

Pero el mérito no es solo suyo. Junto a la ONG Ayuda a contenedores (que gestionan económicamente el proyecto), y Salesianos Pamplona (que colaboran diseñando el material a través de una máquina 3D) forman el trío perfecto. Un trío que aporta su tiempo y conocimiento de forma altruista y que hacen posible este gran proyecto que sigue creciendo y salvando vidas de los más pequeños.

Por personas como estas todavía tengo fe en el ser humano… Creo que no hay palabras en el mundo para agradecer su labor. Y es que no es fácil encontrar a personas cuya finalidad no sea fabricar y vender, sino crear y compartir sus conocimientos de manera altruista con el único fin de salvar vidas.

Lo prometo, no hay dinero en el mundo que pague esas sonrisas, esas miradas de satisfacción y agradecimiento que nos han regalado las familias nepalíes cuando les hemos hecho entrega de todo este material. El mejor recuerdo que me llevo de este viaje, sin duda. Una imagen que quedará siempre en mi retina. Los pelos de punta…


Crónicas desde el Manaslu: capítulo final

No ha sido, ni mucho menos, la expedición que teníamos en mente. Si cuando comenzó nuestro aventura, en aquel lejano 13 de diciembre, nos hubiesen preguntado qué esperábamos de Manaslu 2022, ninguno hubiésemos podido prever lo que hemos vivido: dos meses de intensísimas nevadas en las que se han acumulado más de 4 metros de nieve y ninguna ventana de buen tiempo. Sencillamente, ha sido imposible siquiera intentarlo. La montaña no nos ha dado ni media oportunidad.

Cuando preparas una expedición de estas características tratas de ponerte en todas las situaciones posibles. Cómo no, la que prima por encima de todas es la de verte cumpliendo el objetivo, pero no es, ni mucho menos, la única ni la más importante. Lo que esperamos todos es volver a casa sanos y salvos y eso, afortunadamente, lo hemos logrado. En ningún momento hemos puesto nuestra vida en peligro.

Ahora bien, no entraba en ninguna de nuestras quinielas el hecho de que el Manaslu no nos abriera sus puertas en ningún momento. ¡No hemos tenido ni una semana seguida de tiempo estable! Es verdad que nuestras expediciones se realizan en invierno y que las probabilidades de nevadas y fuertes vientos son superiores comparándolas con las que se pueda haber en primavera o verano. Pero lo de este año ha sido una pasada. Cuando dentro de unos años eche la vista atrás y recuerde la presente expedición, la primera imagen que me vendrá a la cabeza será la de todo el equipo paleando nieve sin parar tratando de proteger el campamento base. Hemos tenido días en los que hemos estado más de 16 horas sacando nieve sin parar. Un trabajo de locos que no ha tenido recompensa.

He tratado de ver las cosas desde el lado positivo en todo momento. Quería creer que si habíamos tenido un mes de enero con mucha precipitación, febrero sería distinto. Pero no ha sido así. Apenas hemos podido subir un poco más arriba del C1, a 6.500 metros. No quiero decir con esto que si hubiésemos tenido dos semanas de buen tiempo lo hubiéramos conseguido. Eso nunca se sabe. ¡Pero es que no hemos tenido ni la oportunidad de jugar el partido!

No lo voy a negar. Volvemos frustrados. Mover todo lo que hemos movido para venir hasta aquí y encontrarnos con esto no ha sido plato de buen gusto. Tampoco podemos hacer mucho más. Son elementos que no controlamos. De lo que sí estoy orgulloso es de haber tomado las decisiones correctas en determinados momentos. Lo que ha estado en nuestras manos lo hemos gestionado bien. Por ejemplo, lo ocurrido a finales de enero. Viendo la cantidad de nieve que estaba cayendo y tras analizar el riesgo de avalanchas, decidimos que lo mejor para la seguridad del grupo era bajar a Samagaun, el último pueblo antes de llegar al campamento base. Fuimos a buscar resguardo. Un día más tarde una avalancha se llevó parte del campamento. No estábamos equivocados. La montaña estaba muy peligrosa.

Han sido dos meses largos, en los que hemos tratado de hacer todo lo posible. Por último, quisiera dar las gracias a todas las personas que me han dado ánimos durante estas semanas. Vuestro calor ha llegado hasta Nepal. Por supuesto, no me quiero olvidar de mis colaboradores y patrocinadores. Sin vosotros y vosotras esto hubiera sido imposible. Por último, dar las gracias también a Iñaki Álvarez e Iker Mediavilla, que han trabajado muchísimo y que me han ayudado un montón. Y, cómo no, a Eneko Garamendi y Sendoa Elejalde, que han portado mucho a la expedición. Otra vez será. Las montañas seguirán ahí esperándonos.


Txikon

Crónicas desde el Manaslu: capítulo V

El tiempo no nos lo está poniendo nada fácil. No para de nevar. Es verdad que estos últimos días nos ha dado una pequeña tregua, pero el cielo vuelve a encapotarse y esperamos más precipitación de aquí a final de mes. No esperábamos tanta nieve, para ser sinceros. En las últimas semanas se han acumulado más de 3 metros y, claro, esto nos imposibilita seguir hacia adelante. Por ahora. Somos optimistas. Yo el primero. Espero que febrero sea un mes mucho más seco.

Estamos prácticamente en el ecuador de la expedición. Llevamos cerca de 40 días y tenemos margen por delante. Lo vamos a intentar hasta el final, pero para eso necesitamos que la nieve se asiente. Medimos constantemente el peligro de avalanchas y hemos incluso llegado a sobrevolar varios puntos en helicóptero para ver la evolución. Como decía, ha caído mucho y varias zonas están bastante peligrosas (en la escala europea, 5/5). Esto es lo que hay en las expediciones invernales. Lo sabíamos de antemano.

Soy optimista por naturaleza y creo que la situación cambiará. Iñaki también es de la misma opinión. Muchas veces las cosas se ven fáciles desde fuera pero cuando llegas aquí la montaña decide por sí misma. Es lo que hay. No podemos luchar contra la naturaleza. Tenemos que entenderla y saber interpretarla. Y, por supuesto, tener paciencia y esperar nuestro momento. Adaptarnos. Estoy seguro que el Manaslu nos abrirá sus puertas y podremos empezar a ascender durante las próximas semanas.

Mientras tanto seguimos en Samagaun, el último pueblo antes de llegar al campo base y que se sitúa a 3.400 metros sobre el nivel del mar. La gente nos ha recibido con los brazos abiertos y cada vez estamos más integrados en la población local. Nos tratan de maravilla. Su hospitalidad emociona. La semana pasada acudimos incluso a un funeral, en la que despidieron a una vecina. El budismo no para de sorprendernos. Es completamente diferente a lo que estamos acostumbrados. Los colores vivos, la música… cada día que pasa aprendemos algo nuevo. Eskerrik asko Samagaun!


Temporal de nieve

Crónicas desde el Manaslu: capítulo IV

Uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos en las expediciones invernales es el riesgo de avalanchas. Se trata de un fenómeno difícil de predecir y tremendamente peligroso. En pocos segundos toneladas de nieve comienzan a caer ladera abajo y, si te encuentras en el lugar y momento inadecuado, puede resultar fatal. Este año en el Manaslu está nevando mucho y las avalanchas son continuas. Escuchamos unos estruendos enormes y en ocasiones sentimos las ondas expansivas que generan. La verdad, producen mucho respeto.

Para minimizar riesgos es necesario estar preparados y tomar todas las precauciones posibles. Nuestros amigos de Elur (http://www.elur-equipment.com/) y Sergio Pérez Fernández están haciendo un trabajo muy importante en este sentido y estamos continuamente en contacto con ellos. Nos ayudan muchísimo. La seguridad es primordial en cualquier expedición y tenemos que tratar de leer bien la montaña. Intentar predecir cuándo una vía es segura y cuando no. Os dejo este texto elaborado por los compañeros y las compañeras de Elur, que creo explica muy bien los peligros de la montaña:

Como ya sabemos, las actividades de montaña entrañan un importante nivel de riesgo. Esto se hace aún más presente si hablamos de montaña invernal, ya que añadimos nuevos elementos que pueden poner en peligro nuestra seguridad. Uno de los elementos más letales, y más cuando hablamos de montañas tan grandes como las que afrontamos en nuestras expediciones, son las avalanchas.

Durante la actual expedición de nuestro compañero Álex Txikon al Manaslu en este 2021-2022 el equipo se está enfrentando a la cara más dura de esta montaña, ya que han sufrido nevadas de más de 2 metros en Campo Base. Estas precipitaciones tan abundantes, unidas a que no existe una base estable de nieve en las capas más profundas, producen que estén conviviendo con un nivel 5/5 en riesgo de aludes, el más alto en la escala europea.

Como bien ha dicho Álex en muchas de sus intervenciones, el 92% de los accidentes en montaña son por causa humana, es decir, posiblemente evitables. Cuando nos movemos en terrenos con un riesgo tan alto de avalanchas, es importante seguir un método basado en contar con el equipo correcto, entrenarse y reciclarse, tener las previsiones meteorológicas, analizar la situación y realizar una correcta toma de decisiones. Como bien dice Álex, la montaña va a estar siempre ahí y en un 8.000 invernal, no existe margen de error.

Desde Elur Equipment estamos centrados en el desarrollo de nuestro dispositivo de rescate en avalanchas, pero trabajamos también en el resto de patas de este proceso, ya que si se cumple de forma metódica con los pasos de análisis y se apuesta por la opción más segura, podemos evitar muchas situaciones de alto riesgo y salvar vidas.

Además no queremos pasar la oportunidad de agradecer a Sergio Pérez Fernández su inestimable ayuda en el análisis de la situación actual en el Manaslu.

Como siempre decimos, explora tus límites, hazlo seguro.”


EVE

Crónicas desde el Manaslu: capítulo III

Es posible realizar una expedición prácticamente sostenible. Nosotros lo estamos haciendo y, la verdad, me hace estar tremendamente orgulloso. Ver cómo los aparatos eléctricos de la cocina o del resto de los domos funciona gracias a la energía solar te reconforta. Nuestra huella será mínima en este sentido. Además, hay veces que incluso nos sobra energía y la podemos compartir con otras tiendas. Es una pasada.

Hace apenas diez años esto hubiera sido imposible. Creo que puede marcar el camino a seguir de las futuras expediciones como las nuestras. Ser sostenible es factible y tenemos la obligación de transitar por ese camino. Se lo debemos a estas montañas que tanto nos han dado. Es un paso que todos y todas debemos dar.

Estar trabajando sin generadores o bombillas que funcionan a pilas es, además, muy cómodo. Que se lo pregunten a Eneko, que ya no tiene que estar mirando de reojo al gasoil para no quedarse sin luz mientras prepara el plato del día. O que hablen con Sendoa, que recarga todas sus cámaras de última generación y ordenadores con la energía generada por el sol. Diría que somos de las primeras expediciones que tienen energía 24 horas al día en el campamento base gracias a la luz solar.

Todos los aparatos eléctricos que usamos se cargan gracias a las placas que nos ha cedido Fundación Eki y a la ayuda imprescindible del Ente Vasco de la Energía, que ha aportado muchísimo para que todo esto sea posible. Gracias por vuestra ayuda. Sin duda, lo que estamos consiguiendo aquí es todo un hito y lo estamos haciendo gracias a vosotros. Eskerrik asko!


Nevada Manaslu

Crónicas desde el Manaslu: capítulo II

Ha nevado como solo aquí se suele ver. En apenas 36 horas nos hemos encontrado con más de dos metros de nieve en el campamento base. Empezó a nevar y no ha parado en tres días. Una pena, porque volvemos a la casilla de salida. Toca reorganizar el campamento base, volver a abrir huella y colocar bambús, pero éramos conscientes de que esto podía ocurrir. No queda otra que sonreír, remangarse y seguir trabajando duro.

Estábamos progresando a muy buen ritmo. De hecho, en apenas cinco días habíamos conseguido ascender prácticamente hasta el C2. Iñaki y yo nos encontrábamos subiendo material cuando la nieve empezó a caer. Decidí volver al CB esa misma noche pero Iñaki descansó y bajó la mañana siguiente. Fue un jarro de agua fría pero las predicciones, que marcaban nieve, se cumplieron y nos han tenido paleando nieve durante muchas horas.

Menos mal que el CB estaba preparado para una situación de estas características. Siempre digo que organizarlo bien es una de las claves del éxito de una expedición, porque nunca sabes lo que puede ocurrir. Hay que prepararse para posibles vientos fuertes o intensas nevadas como la que nos ha caído.

Eso sí, las tiendas han aguantado fenomenal. También es verdad que no te puedes quedar de brazos cruzados esperando a que la tormenta amaine. Cada cierto tiempo hay que coger la pala y empezar a quitar kilos de nieve. Así hemos estado durante casi 3 días completos. Nos hemos pegado una buena paliza.

Pero parece que por fin ha salido el sol. Tras la tormenta tenemos algo de calma. Toca acondicionar todo de nuevo, volver a preparar la que es nuestra casa y, cuando lo hagamos, mirar hacia arriba. Ha caído muchísima nieve y no sabemos cómo estará el camino. De lo que estamos seguros es de que estará mucho peor que hace una semana y que esto complicará todo mucho. Pero ascender el Manaslu en invierno es duro, muy duro, y tenemos que prepararnos para ello. Estamos con muchas ganas. Esto acaba de empezar y espero volver con buenas noticias en unos días.


Alex Campo Base

Crónicas desde el Manaslu: capítulo I

Nos encontramos trabajando muy duro en campamento base. Hace frío, muchísimo frío, y los primeros días en altura son siempre complicados. Pero el Manaslu nos mira desde arriba y eso nos reconforta. Es como si cada mañana nos diera los buenos días y cada noche nos ayudara a descansar. Es lo primero y último que vemos cada día. Le miramos a la cara y sentimos que la montaña hace lo mismo. Nos saludamos. Nos respetamos. Tenemos un grandísimo reto por delante. Tenemos muchas ganas

Han sido unos primeros días intensos y de mucho ajetreo. Todo comenzó con un viaje de mil horas, continuó con mucho papeleo y, finalmente, llegamos a Katmandú. Pasamos 4 noches allí, en las que aprovechamos para hacer el trabajo de logística (dejamos organizadas más de 130 cargas), legal (conseguimos el permiso necesario de ascensión) y hacer una de las cosas más bonitas y gratificantes que hay: ayudar a las personas locales. Lo hicimos gracias a varias asociaciones y ONG-s que realizan una labor encomiable y que conocemos bien de años atrás. Me encanta aportar mi granito de arena, aunque sé que no se puede comparar con lo que ellos y ellas hacen. Realizan una labor impresionante. Escribo estas líneas y no puedo evitar emocionarme.

Llevamos material informático a la Fundación ‘SOS Himalaya: Fundación Iñaki Ochoa de Olza’, que trabaja con el objetivo de finalizar los proyectos de cooperación inacabados en vida del alpinista navarro. Les entregamos varios portátiles nuevos que seguro les serán de gran utilidad. Por otro lado, como en anteriores ocasiones, echamos una mano a la Fundación Udana Nepal, que nace con la finalidad de prevenir situaciones de injusticia y desigualdad que sufren sobre todo las niñas, las mujeres y los colectivos más vulnerables de zonas empobrecidas como Nepal.

Pasamos un día muy bonito y tremendamente emocionante con ellas y ellos. Las personas de Udana Nepal ayudan muchísimo a un sector que está prácticamente invisibilizado en la sociedad nepalí. Nosotros, por nuestra parte, aprovechamos para escalar un rato con ellas en un rocódromo. Creo que se lo pasaron muy bien e hicieron algo diferente. Sus sonrisas nos alegraron el día.

Por último, conocimos de primera mano la labor que desempeña la Fundación Hugging Nepal. Tuvimos la suerte de ver el trabajo que hacen y, la verdad, nos chocó muchísimo. Dan de comer a personas sin recursos, que gracias a la fundación son capaces al menos de comer una comida al día de calidad. Durante la pandemia han llegado a tener unas colas larguísimas de personas que no tenían qué llevarse a la boca. A esta cola se le denomina ‘la cola de la vergüenza’. En un país como Nepal las distintas clases sociales no se juntan y, si te ven en esa cola, es porque no te va nada bien. Ver todo esto ha sido muy duro pero es la realidad.

Y tras 4 días de papeleo, organización de cargas y conocer el trabajo de estas asociaciones, pusimos rumbo a Samagaun, el último pueblo antes de llegar al campamento base del Manaslu y que se encuentra a más de 3.000 metros de altitud. Este año hemos decidido subir en helicóptero y lo hemos hecho por varias razones de peso. La primera porque las medidas de seguridad y salud así lo aconsejaban. Cuanta menos interacción tengamos con la gente de aquí mejor para ellos y para nosotros. No podemos arriesgarnos a contagiarles. Aunque nos realizamos varias pruebas PCR a lo largo de nuestra estancia en Katmandú, lo aconsejable era tener la mínima interacción posible con los pueblos que nos pudiéramos encontrar por el camino.

Por otro lado, aprovechamos el viaje del helicóptero para bajar a varias personas mayores y niños y niñas de Samagaun a Katmandú (en total fueron más de 30). El invierno en Samagaun es durísimo y poder bajar a estas personas a la capital ha sido muy importante. Allí se encuentran más resguardadas. Si no hubiera sido por estos viajes en helicóptero, hubiesen tardado mucho tiempo en bajar y muchas de ellas se habrían visto obligadas a pasar el invierno en unas condiciones muy duras en este pueblo remoto.

Nuestra estancia en Samagaun sirvió también para ir aclimatándonos poco a poco. Hicimos pequeñas incursiones en el monte y vivaqueamos una noche a 4.300 metros de altitud. Nos hizo una noche preciosa. Eneko y yo estuvimos muy a gusto.

En estos momentos nos encontramos trabajando en el campamento base, dejando todo preparado. Nuestra experiencia nos ha enseñado que montar un buen campamento es una de las claves de éxito. Como decía al principio, hace muchísimo frío. El año pasado llegamos a este mismo punto a mediados de enero y no recordamos que hiciera estas temperaturas. Pero a esto hemos venido. Seguiremos currando a tope. El Manaslu nos espera.


Alex Cheppal

Chhepal Sherpa: “A mi edad, tengo 38 años, y después de escalar mucho, me siento muy bien, con suficiente experiencia para este nuevo desafío”

El mundo del alpinismo no sería posible sin los Sherpas. Nunca me canso de decirlo. Para mí son parte fundamental de este deporte que tanto respeto y amo. Son ellos quienes conocen la montaña, quienes en un momento dado pueden salvarte la vida y darte los mejores consejos. Es por esto que quiero que conozcáis el testimonio de uno de ellos de cerca. Se trata de Chhepal Sherpa. Un gran compañero de montaña y un estupendo amigo. Aquí sus impresiones:

Chhepal, ¿cómo es que estás este invierno aquí?

En primer lugar, soy un escalador y afortunadamente estos últimos 5 años he hecho ascensos en invierno: el Everest dos veces, K2, Amadablan y Manaslu el año pasado. Este año, estoy aquí con mi equipo: Tenjin Sherpa, Pasang Norbu Sherpa, Gyalu Sherpa, Thinduk Sherpa y, si necesitamos alguna ayuda, también tenemos a Pemaba Tashi, nuestro cocinero, que también puede cooperar con nosotros en la montaña.

 

¿Cuántos equipos estaremos en el Manaslu?

El año pasado, Pasang Norbu no quiso ir contigo (Alex) porque realmente quería subir el K2 en invierno. Afortunadamente para nosotros, hemos obtenido apoyo financiero privado de Seven Summits, lo que también nos ayuda.

Como habrás visto últimamente en los medios de comunicación, Gelje Sherpa está organizando un intento de invierno en el Cho Oyu con escaladores nepalíes, que son muy fuertes. El invierno pasado, Pasang Norbu fue sin parar desde el campamento base al C4, y también sin parar hasta la cumbre del Dhaulagiri. También hay un equipo de escaladores nepalíes que quieren llegar a la cumbre real del Manaslu y estamos realmente motivados por ello.

 

Pero Chepal, ¿cuántos equipos estamos entonces en el monte?


Varios. Uno es mi equipo. Trabajaremos también con vuestro equipo (Alex, Iñaki Alvarez y Simone Moro) y con el sherpa Pasang Rinji. Luego, hay un equipo internacional con Paula Birgitta y Mingma Sherpa. También estarán Sofie Lenaerts y su marido Steven Maginelle, que van con Dawa Sherpa y, finalmente, Oswaldo Pereira.

 

Pero, ¿cómo nos vamos a organizar? ¿Por un lado, estamos una expedición de escaladores y por otro una expedición comercial?

Alex, somos escaladores de invierno gracias a ti. Mis primeras experiencias invernales fueron contigo. Empezamos en invierno por ti. Gelje Sherpa o Gesman Tamang u otros dieron sus primeros pasos en invierno contigo. Siempre formas un buen equipo. He aprendido a crear un equipo fuerte en la montaña. Sin duda cooperaremos con tu expedición. Oswaldo es también un hombre muy bueno, y siempre está dispuesto a ayudar. El resto se encuentran en el mismo campamento base.

Tu segunda pregunta, la expedición comercial: Los sherpas de Sofie o Paula están allí para ayudarles todo el tiempo. Será una empresa comercial, pero si trabajan todo el tiempo como nosotros o el resto del equipo, no se podrá considerar comercial.

Sobre expediciones comerciales; en mi experiencia, mucha gente viene a Nepal con muchos patrocinadores generalmente en la primavera y el otoño y esperan en el campamento base hasta que nosotros, los nepalíes, hacemos el trabajo de colocar las cuerdas. Mientras tanto, no hacen nada más que publicar imágenes e información en sus perfiles de redes sociales, ocultando la realidad.

Pero Alex, estoy muy seguro y convencido de que todos cooperarán.

¿Qué aprendiste el año pasado en el Manaslu?

El año pasado fuimos un equipo fuerte. Este año, creo que vamos a ser más fuertes porque están llegando más escaladores, pero ya veremos. El año pasado te vi trabajar muy duro, como siempre. Iñaki también trabajó muy bien en la segunda parte de la expedición. Simone tiene un estilo rápido subiendo y bajando, y trabaja bien también en altitudes más bajas.

Perdón, ¿qué ruta te gustaría trazar?

Prefiero la ruta normal, porque tendremos menos trabajo que el año pasado. El año pasado, también aprendí a centrarme en los momentos clave, en ahorrar energía y ser paciente como siempre.

Me gustaría añadir que el campamento base pronto estará preparado con los porteadores y nuestro personal de cocina, pero gracias a tu ingenio (Alex Txikon) y al de Nati también. Te las arreglaste para conseguir que todo llegara a Samagaon. Has conseguido subir a los porteadores locales y les diste frontales a todos. Estoy muy feliz de estar con vosotros de nuevo.

¿Cómo te sientes Chhepal?

Ahora, a mi edad, tengo 38 años, y después de escalar mucho, me siento muy bien, con suficiente experiencia para este nuevo desafío.

Muchas gracias, Chhepal.

Gracias a ti también, y estoy emocionado de trabajar en la montaña con tu equipo. Vamos a disfrutar de las próximas semanas.