Tras cuatro días recorriendo kilómetros, al fin nos reencontramos con los cerros que visitamos por primera vez el verano pasado; estamos en la región norteña de Catamarca, prácticamente en la frontera con Chile, en la cordillera donde se sitúan cinco de los diez picos más altos de América. Un verdadero paraíso para los amantes del montañismo, paisaje salvaje donde los haya, y el lugar elegido para nuestra fase de aclimatación de cara a la próxima Expedición Invernal al Nanga Parbat (8.126m).
Aquí donde las montañas apenas presentan dificultades técnicas y donde la primavera resulta mucho más amable que el invierno pakistaní, podremos ganar altura con facilidad y habituar nuestros organismos a trabajar por encima de los 6.000 metros, evitando así alargar demasiado la posterior estancia en el Campo Base del Nanga Parbat.
Ayer lunes 7 de Diciembre, acometimos una primera etapa en esta fase de aclimatación que esperemos nos lleve a ascender el pico San Francisco (6.016m), el Incahuasi (6.638m) y el Ojos del Salado (6.893m). Por el momento, ascendimos hasta los 4.900m de altura, partiendo desde Cortaderas (a 3.300m); fueron 30 kilómetros, ocho horas caminando sobre terreno pedregoso en un ambiente árido que habitualmente lleva a acusar aún más la disminución de los niveles de oxígeno.
Lo cierto es que teníamos verdadera necesidad de mover la patas, atrofiadas tras tantas jornadas de viaje: Según aterrizamos en Buenos Aires, montamos en un autobús rumbo a Córdoba, en el centro del país (10 horas). De allí nos dirigimos hacia el norte también por carretera a Catamarca y a Fiambalá donde ofrecimos sendas conferencias organizadas por Bodega Finca Don Diego (cuyas instalaciones y viñedos pudimos visitar) y por Agrupación Montañera Cachaquíl de Catamarca y Museo de Los Seismiles de Fiambalá respectivamente. ¡Gracias a tod@s por vuestra cálida acogida!