Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

22/02/2016

Tras varias intentonas sin poder avanzar más allá del C2 (6.100m), parece que ha llegado la ansiada ventana, la definitiva, la que posiblemente, si todo va bien y sus cuerpos responden de manera adecuada, conceda a Txikon, Sadpara, Moro y Lunger la oportunidad de lanzar su ataque a cumbre en este Nanga Parbat invernal todavía virgen. Han partido del CB de madrugada, a las 5:30 de la mañana de hoy –día 22 de Febrero– directos hacia el C2 (6.100m).

Las últimas semanas han sido una sucesión de vendavales y nevadas que han escapado a muchas de las predicciones recogidas en diferentes partes meteorológicos. Varias de las ventanas previstas no han llegado, o un giro imprevisto de viento ha estropeado el tiempo antes de lo esperado, obligando a los cuatro escaladores a abortar más de una rotación.

En efecto, su localización en el extremo Norte del Himalaya muy cerca del Karakorum y su condición de montaña aislada hacen que el clima en el Nanga Parbat sea particularmente volátil. Pero que lo cuente yo no tiene quizás demasiada credibilidad, así que he pensado en entrevistar al Doctor en Climatología Javier Del Valle Melendo, quien voluntariosamente está colaborando con esta expedición facilitando información meteorológica precisa que ha servido para planificar el inminente ataque.

Sus explicaciones pueden contribuir a que tod@s comprendamos un poco mejor la situación y el porqué de tanto cambio que, a ratos, ha desesperado a la cordada pero ante la cuál se ha impuesto la paciencia y la pasión por la escalada.

Javier del Valle Melendo: Doctor en Climatología, Máster en Educación Ambiental y en Evaluación de Impacto Ambiental. Profesor del Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza. Amplia experiencia montañera y en formación y divulgación sobre clima de montaña.

El Nanga Parbat es el único ochomil pakistaní situado en el Himalaya y no en el Karakorum. En términos generales: ¿Cuáles son las características específicas más reseñables que definen el clima de cada una de las dos cordilleras?

En general, el clima del Himalaya está muy influido por la alternancia de los monzones: monzón húmedo en verano y seco en invierno, lo que da condiciones muy diferentes y marcadas a lo largo del año. No obstante, estas condiciones en la zona Norte de esta cordillera, donde se sitúa el Nanga Parbat, se van desdibujando. Al Karakorum, en cambio, no llega el monzón de verano, o si lo hace es de forma muy débil y marginal. Por el contrario, sí que está más afectado por precipitaciones de tipo ciclónico de origen templado y no tropical. También el monzón seco de invierno le afecta de forma menos intensa, porque en ocasiones las borrascas templadas de las que hablaba intervienen provocando temporales de nieve.

El Nanga Parbat se encuentra aislado del resto de las grandes montañas. ¿Cuenta, debido a esta circunstancia, con un clima diferente o especial dentro de la misma cordillera?

En efecto se trata de un macizo muy aislado y de grandes dimensiones, con enormes desniveles sobre los valles circundantes. Esta característica hace que influya poderosamente en las masas de aire que llegan a él, que se ven obligadas a circunvalarlo, lo que puede generar vientos de gran intensidad que, si van acompañados de precipitación, forman ventiscas violentas. Además, tiene grandes laderas orientadas al Noroeste y al Sureste, en las que las condiciones de insolación y por lo tanto de temperatura pueden ser diferentes. Por otro lado, en función de cómo circulen los vientos, también pueden convertirse en laderas de barlovento –dirección desde la cuál llega el viento– o sotavento –al resguardo del lugar de procedencia del viento–, con o sin precipitaciones. Estas circunstancias generan un clima muy específico en las proximidades del macizo, influido por las transformaciones que éste genera en las masas de aire que llegan.

Está siendo más que evidente que el Nanga Parbat es una montaña especialmente impredecible. ¿Por qué?

Sí. Lo es, precisamente, debido a los dos factores a los que acabamos de hacer referencia. Por un lado, porque se sitúa en una zona en la que el clima muestra características de transición entre las dos cordilleras –Himalaya y Karakorum–. Y, en segundo lugar, por su aislamiento, su gran energía de relieve respecto a los valles y tierras circundantes. Sus enormes paredones influyen en las masas de aire que llegan, alterándolas, por lo que un mínimo cambio en la dirección del viento puede significar cambios en las condiciones meteorológicas del macizo y su entorno inmediato.

¿Lo es aún más en invierno que en primavera/verano?

En invierno, todo el interior de Asia está dominado por altas presiones (anticiclón), pero éstas se transforman, no son estables, y tienden a reforzarse por la noche (por enfriamiento) y a debilitarse durante el día (por calentamiento). Estos cambios repercuten en las masas de aire que llegan hacia el Nanga Parbat, que a su vez cambian a lo largo del día en intensidad y por su puesto en temperatura. En ocasiones alcanzan el macizo las borrascas que se forman en Afganistán o incluso en las proximidades del Mar Caspio, generando periodos de precipitaciones de nieve. El resultado es que los anticiclones y borrascas están en constante evolución hora a hora, y por lo tanto el tiempo cambia muy frecuentemente. En verano, por lo contrario, las bajas presiones (borrasca) dominantes se van alternando con periodos de cierta estabilidad si llega el anticiclón que con frecuencia ocupa el extremo Occidental de Asia.

De todas formas, por norma general, ¿Cómo se comporta el clima en el Nanga Parbat invernal?

Al situarse en el extremo Norte del Himalaya, próximo al Karakorum, está más afectada por las borrascas de latitudes medias que el resto del Himalaya, por lo que el invierno es más proclive a nevadas, periodos de precipitaciones y temporales. También la insolación es más débil y las temperaturas más bajas.

Condiciones complicadas para la escalada.

Desde luego. Las condiciones para practicar alpinismo en el Nanga Parbat invernal son indudablemente adversas. El viento es un enemigo fundamental, pues un viento fuerte puede impedir físicamente la ascensión. Hemos de señalar además que en alta montaña el viento es frío, lo que contribuye mucho a disminuir la sensación térmica, a veces hasta hacerla llegar a límites insoportables para el ser humano, aparte de que convierte al aire en un fluido más denso, y por lo tanto con mayor capacidad de empuje. También las precipitaciones, sobre todo si son muy abundantes y van acompañadas de viento, pueden ser un factor que añada dificultad, especialmente si disminuye mucho la visibilidad.

Entiendo que por todo lo que venimos citando la fiabilidad de las predicciones meteorológicas para el Nanga Parbat invernal es menor.

Toda predicción meteorológica tiene un cierto grado de incertidumbre, mayor cuando más lejos en el tiempo se realice, y mucho mayor en montaña, especialmente si ésta es aislada y si se conocen poco las características climáticas de la zona en la que se encuentra. Hemos de señalar a este respecto que el clima del Norte de Pakistán es todavía escasamente conocido, la red de observatorios es escasa por muchas razones y los estudios climáticos que ayudan a realizar una buena predicción meteorológica aplicada a días concretos son pocos. Realizar una predicción meteorológica para zonas tan desconocidas tiene, en consecuencia, un margen amplio de incertidumbre.

¿Cuánto y cómo ha evolucionado durante estos últimos años la metodología y la labor de los meteorólogos que prestan sus servicios a las diferentes expediciones?

En general la predicción ha avanzado, ahora se cuenta con modelos variados, pero siempre hay un margen de incertidumbre que aumenta, como hemos dicho, en zonas de montaña y en áreas de clima poco estudiado. Y siempre existe también, claro, un margen de interpretación personal de estos modelos.

¿Cómo se ha traducido esto en la actividad alpina?

Ha aumentado algo la seguridad a la hora de planificar un ataque a cumbre, pues es mayor el volumen de información climática, y poco a poco el margen de incertidumbre se va reduciendo, aunque no ha desparecido. Entiendo que el alpinista de alto nivel necesita una predicción lo más ajustada y precisa posible y que así lo demande, pero hoy por hoy, aunque se ha avanzado, la seguridad total no existe, sigue habiendo un margen de incertidumbre, de aleatoriedad e incluso de imprevisibilidad en ciertos fenómenos meteorológicos. Al igual que un climatólogo añade una parte de interpretación personal a los modelos climáticos, un alpinista de alto nivel también ha de sopesar, basándose en estas predicciones, el nivel de riesgo o de dificultad al que está dispuesto a enfrentarse.

¿Hasta qué punto un buen parte meteorológico puede, aunque no garantizar, sí facilitar el éxito de una expedición?

Creo que en buena medida. Entiendo que el éxito es coronar una cumbre o retirarse a tiempo si las condiciones son extremas y pueden poner en peligro la vida de los expedicionarios. Un parte meteorológico puede avisar de las ventanas de buen tiempo previstas, lo que ayuda a planificar el ataque a cumbre o la instalación de campamentos elevados; pero también puede alertar de condiciones extremas peligrosas que deben hacer desistir de un intento de cumbre o de una excesiva exposición. Hoy por hoy esas condiciones extremas de buen o mal tiempo son relativamente fáciles de prever. El problema es cuando la situación atmosférica no está tan clara; es aquí cuando la interpretación personal del climatólogo y la decisión del equipo montañero juegan un cierto papel a la hora de planificar una u otra actividad.

¿Consideras que el calentamiento global está, en efecto, teniendo consecuencias palpables en el comportamiento del clima en estas montañas? ¿Son los inviernos ahora más livianos?

La montaña es un medio en constante cambio y transformación, es una de las características que la hace enormemente atractiva. Un macizo montañoso o una cordillera cambia de forma muy sensible cada estación del año, cada año respecto del anterior según la acumulación de nieve; sus glaciares, sus ríos… incluso la vegetación que la cubre se adapta a esta realidad dinámica. Los efectos del llamado cambio climático hay que definirlos muy bien desde el punto de vista científico antes de considerarlos como tales. Uno de los previstos según los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) es que la temperatura asciende levemente, pero este proceso va acompañado de periodos de temperaturas extremas (olas de calor e intensas olas de frío, así como periodos secos y otros muy lluviosos). También la transformación que realiza el ser humano sobre las montañas se suma a su propia evolución natural. Para afirmar si los inviernos son ahora más suaves que hace años se necesitan registros de temperatura largos tomados en condiciones comparables para ver la evolución de los valores térmicos, y es algo de lo que carecemos en muchas cordilleras. Sí que disponemos de un buen indicador que son los glaciares: buena parte de los glaciares del mundo han tenido un comportamiento regresivo en los últimos años, entre ellos todos situados en el Pirineo Aragonés, cuyo pequeño tamaño les hace muy sensibles a las variaciones climáticas. Sin embargo, los glaciares del Karakorum están creciendo, y los del Himalaya Sur han retrocedido, pero menos de lo que se esperaba. La montaña no sólo es atractiva, sino que en ocasiones es difícil de prever y oculta con timidez algunas de las razones de los fenómenos naturales que en ella se producen. Todavía queda mucho, muchísimo por saber y descubrir a cerca de este medio tan duro como atrayente.