Alex Txikon: “Al menos no nos negarán haberle puesto ganas”

Texto: Igone Mariezkurrena (Islamabad).

El pasado 16 de Marzo abandonamos el Campo Base que, durante dos meses, ha hecho las veces de gélido hogar. Tras dos días de marcha a pie, un largo y terrorífico tramo en jeep y una última interminable jornada en autobús, estamos de vuelta en Islamabad. Desde la calma del hotel surge esta entrevista a modo de reflexión sobre lo acontecido estos días atrás en el Nanga Parbat.

Antes de nada, ¿Qué tal estáis? ¿Qué tal se encuentra Ali?

Estos tres días han sido durillos, se han hecho largos, pero ya vamos poco a poco recuperando energía. Yo tengo tocado el dedo de siempre –el pulgar del pie izquierdo, congelación que arrastra desde el invierno del 2012 en el G1–, aunque tampoco tiene demasiada mala pinta; Daniele ha perdido mucho peso, pero eso tiene fácil remedio; y en el caso de Ali, lo que más me preocupa en estos momentos es su dedo pulgar derecho, lo tiene completamente congelado hasta la segunda falange, la delimitación es clara, y no creo que en Islamabad le vayan a tratar como es debido porque aquí no hay médicos especializados, menos aún en su pueblo, en Sadpara. Hemos empezado con el tratamiento habitual: baños de agua caliente, antibiótico y heparina, pero probablemente lo más acertado sea tramitar su pasaporte y su visado para poder volar rumbo al hospital de Zaragoza. Por lo demás, tras aquel principio de edema cerebral pasó un par de días arrastrando la ‘borrachera de altura’, pero es un tío fuerte, y va tirando.

Dio varias señales de que algo no iba bien…

El 12 de Marzo llegamos tarde –a las 18:00– y hechos polvo al C4 (7.200m). A él, quizás, lo noté especialmente cansado, pero me pareció lógico, llevábamos una paliza increíble encima. Mientras dormíamos también lo escuché hacer ruidos, pero tampoco lo vi raro. El día de ataque a cumbre –13 de Marzo– lo noté como perdido, sin rumbo fijo; a pesar de haber estado en la cumbre en dos ocasiones, parecía no reconocer en absoluto el terreno y, ya de bajada, se sentaba cada 50 metros para descansar, algo que me sorprendió muchísimo vista la fortaleza que había mostrado hasta entonces; en aquel momento sí que empecé a olerme algo. La cosa se reafirmó a la mañana siguiente, el 14 de Marzo: empezó la jornada llorando, confundiendo calcetines con manoplas, luego le preguntamos por su procedencia y no supo contestar, también había olvidado su edad y aseguraba tener 16 hijos… cosas sin sentido. Tuve claro que debíamos perder altura cuanto antes; recogimos el material en dos minutos y lo pusimos en marcha.

El desenlace podía haber sido mucho peor…

Desde luego. A lo largo de estos años, en diferentes expediciones, he visto a mucha gente en la misma situación: a consecuencia del edema empiezan a llorar, se apalancan dentro de la tienda, no quieren salir y se quedan ahí para siempre. Pero en este caso hubo dos factores que jugaron claramente a nuestro favor. Por un lado, el más importante, que Ali es un tío fuerte que no se rinde fácilmente, tuvo la iniciativa suficiente para salir de la tienda y descender. Y, por otro lado, también imprescindible, que el tiempo nos acompañó. Si hubiese cuadrado un día ventoso, si nos hubiera sido imposible salir de la tienda… una noche más arriba… el desenlace hubiera sido, seguro, otro. También creo que Daniele y yo acertamos a reaccionar con rapidez.

¿Por qué no os comentó nada antes?

Probablemente ni siquiera él sería consciente del significado de sus sensaciones. De todas formas, los paquistaníes que trabajan en el monte están habituados a callar ante los que venimos de fuera, tienen el sentido de la sumisión muy interiorizado.

Pero en el CB le hemos escuchado decir que esta vez se sentía más escalador que porteador de altura…

Sí, pero a lo mejor, quién sabe, sentiría que nos estaba fallando y prefirió guardárselo. No lo sé.

Por lo demás, ¿Qué tal ha funcionado el grupo?

Fenomenal, nos hemos coordinado muy bien, no hemos tenido ningún problema a la hora de repartirnos el trabajo y dentro de la tienda también nos hemos arreglado bien. Francamente, con las condiciones que nos hemos encontrado allí arriba, sin esta sintonía hubiera sido imposible hacer lo que hemos hecho.

¿Qué papel ha jugado Muhammad Kan?

Sobre todo se ha encargado de subir peso. Considero que, a diferencia de Ali, Muhammad Kan no ha querido alejarse de ese rol de porteador. Es muy buena persona, pero no es un escalador con demasiada iniciativa. Si por él fuera, su trabajo hubiera terminado en el C2; si ha trabajado más arriba ha sido porque le hemos tirado un poco.

Mucha de la gente que ha seguido vuestros pasos de cerca se pregunta ahora qué ocurrió realmente aquella mañana, teníais la cima tan cerca…

Pues sí. También nosotros nos hemos hecho esa pregunta, no creas. Nos levantamos a la 01:00 de la mañana y para las 03:00 estábamos en marcha. El plató que va del C4 (7.200m) al trapecio cimero lo cruzamos a muy buen ritmo, súper bien. Yo tuve algún problema con la luz frontal y me quedé un poco atrás, pero ya desde la distancia me fui dando cuenta de que Ali no iba fino: quiso meterse por el primer corredor, luego por el siguiente… y yo gritando desde atrás “¡Ali! ¡Que no! ¡Tenemos que ir en travesía hacia el Este hasta llegar a la base de la cima principal! Y él me respondía que no. Fuimos avanzando a bronca limpia, y tiramos demasiado al Este, hasta que Ali dijo que no, que desde allí ere imposible seguir para arriba, que nos habíamos pasado; y me sentí culpable. De vuelta hacia el C4, lo intentamos de nuevo, más al Oeste, pero Ali seguía empeñado con que nos habíamos equivocado y no quedaba otro remedio más que volver al C4. Yo, la verdad, lo veía factible, pero Ali lo negaba una y otra vez, a Daniele tampoco lo sentía muy por la labor de insistir y además, como te decía, me sentía culpable, pensaba que habíamos metido la pata por mi culpa. Contacté con CB para informar que nos volvíamos; estaba temblando de frío, allí arriba no te puedes permitir estar quieto, y me apresuré a cerrar el walkie sin ni siquiera preguntar cómo se veía la cosa desde allí abajo. No sé, ahora comprendo que fue una mezcla de muchos factores: el extraño comportamiento de Ali, el cansancio acumulado tras tres noches sin apenas dormir, el sentimiento de culpabilidad, el frío…. la situación era complicada. Y al final… para abajo. Si te digo la verdad, nada más enfilar hacia el C4, fui consciente de estar perdiendo una gran oportunidad, y supe también que no habíamos fallado del todo. Aquella misma tarde, por cierto, tras unas horas de sueño, el propio Ali me reconoció que, de intentarlo otra vez, debíamos volver por el mismo camino…

¿No pensaste en seguir en solitario?

Sí que se me pasó por la cabeza pero… sentí miedo, y además, ¿Con quién iba a celebrar la cumbre? De hecho, bajé mentalizado en volver a intentarlo, pero visto el panorama… aparté aquella idea enseguida. Ahora, teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba Ali, veo claro que un segundo intento hubiese sido una locura. Y, quién sabe, puede que de haber atinado y tirado para arriba aquel día, la situación hubiera sido más grave después. Puede que simplemente lo piense porque me sirve de consuelo, pero esas son las ideas que ahora rondan mi cabeza.

Circula por Internet más de una crítica que os acusa de mentir al afirmar haber alcanzado los 8.000 metros de altura.

Sí, algo leímos, y precisamente por ello decidimos difundir una imagen donde señalamos los dos puntos más altos alcanzados. Ha habido quien se ha apresurado a afirmar que fueron unos 7.830-7.850 metros… no lo sé, ahí queda señalado, el que quiera que haga sus estimaciones. De todas formas, es increíble la prisa que tiene la gente para criticar. Lo de la cota 8.000 fue un comentario aproximado que hice al momento, por radio, sin contrastar, basándome únicamente en las referencias que tenía a la vista. Pero nos han sacrificado. Creo sinceramente que, si el grupo lo formaran escaladores de otros países, o si lo formaran algunos escaladores en concreto, la crítica no hubiera sido tan voraz.

Pero os sentís satisfechos con el trabajo realizado, ¿Verdad?

Sí. La pena y la rabia son innegables claro, porque estábamos muy cerca: después, viendo las fotos, hemos calculado que en unas cuatro horas podíamos haber estado arriba. Pero el dolor pasará y, ante todo, estamos muy contentos con lo que hemos hecho. Pienso sinceramente que muy poca gente esperaba que entre tres-cuatro ‘pelaos’ pudiéramos conseguir lo que hemos logrado, pocos creían en nosotros; pero hemos trabajado duro y, aunque nos ha faltado la guinda porque probablemente gastamos demasiada energía hasta el C4, el resultado ha sido positivo. Sin presupuesto para un parte meteorológico en condiciones, hemos caminado en nieve profunda abriendo huella una y otra vez, hemos escalado en hielo vivo, nos ha sacudido el viento, hemos soportado temperaturas de menos de –50ºC, hemos porteado en total unos 1.800 metros de cuerda, han sido jornadas de entre siete y diez horas…, al menos no nos negarán haberle puesto ganas. No llegamos a lo más alto, pero acertamos a huir del peligro en el último momento y nos sentimos orgullosos del trabajo realizado.

Al margen de lo exclusivamente deportivo, ¿Qué recuerdo te llevas de esta expedición?

Muy buen recuerdo. Como siempre, me marcho a casa emocionado ante la generosidad de quienes habitan las montañas de Pakistán. La verdad es que, aunque no miedo, sí sentía curiosidad por conocer la situación tras lo ocurrido en 2013 en el propio campo base del Nanga Parbat,, y me he sentido 100% seguro. Es más, desde aquí quiero animar a todos los amantes de la montaña a que viajen a este maravilloso país, muchísimas familias viven de esto, y se lo merecen.

¿Tú volverás el año que viene?

Ahora mismo te diría que sí, me gustaría volver y mejorar muchas cosas. Pero no lo sé, todavía es muy pronto… ¡Todavía estamos en Pakistán!


Peligroso susto como broche final

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat).

Parece que, finalmente, el desenlace, aunque no feliz, tampoco va a ser fatal; pero las cosas se han puesto francamente feas en la vertiente Diamir del Nanga Parbat: Esta mañana, Alex Txikon, Daniele Nardi y Ali ‘Sadpara’ han abandonado de manera precipitada el C4 (7.200m) ante los evidentes y graves síntomas de mal de altura que mostraba el paquistaní. A estas horas descansan ya en el CB. A pesar de que Ali arrastra todavía un intenso dolor de cabeza, mareos y alguna incoherencia al hablar, la situación está, afortunadamente, bajo control.

07:30 y media de la mañana, Alex Txikon vía walkie desde el C4 (7.200m): “Esperamos a que las nubes se abran un poco y nos pegue el sol, y en hora y media salimos”.

De nuevo a las 08:00 de la mañana: ¿Qué tiempo nos espera para el descenso? Al otro lado del walkie, esta pregunta resultaba redundante y hacía intuir que algo no iba del todo bien. Sabían de sobra, porque lo habíamos comentado varias veces a lo largo del día anterior, que la jornada venía apacible.

En efecto, a las 08:30 saltaban todas las alarmas. Otra vez Txikon al otro lado: “Tenemos problemas, tenemos que bajar a Ali de aquí cuanto antes, que pierda altura. No vocaliza, dice cosas sin sentido y no es capaz de coordinar su cuerpo; es muy mala señal”.

Cargado con comida, medicinas y una tienda, Muhammad Kan partía del CB inmediatamente hacia arriba, hacia el C2 (6.700m), hasta donde Txikon y Nardi pretendían poder llegar con Ali.

A 7.200 metros de altura, recogían lo que podían en sus mochilas y se apresuraban a emprender el descenso. “Es capaz de caminar por sí solo, pero muy torpe y lentamente”. El último tramo entre el C3 (6.700m) y el C4 (7.200m) ha resultado especialmente delicado: “Son unos largos que dejamos sin equipar a la subida, y ahora se han vuelto muy peligrosos, Ali viene resbalón tras resbalón”. Desde luego, todos respirábamos más tranquilos cuando llegaban a las cuerdas fijas, aunque aún tendrían que descender la pala de hielo vivo por encima del Muro y el propio Muro Kinshoffer, terrenos que precisan máxima concentración.

Sin embargo, a eso de las 14:00 de la tarde, Txikon volvía a contactar con CB para confirmar que los tres habían llegado ya al C2 (6.700m) y que, aunque aún afectado, veían a Ali bastante más entero. “Ha hablado con Muhammad Kan vía radio y se ha puesto a llorar, lo cuál nos hace pensar que es consciente de su situación; eso es bueno”.

Tras descansar un rato en el C2, lo han visto capaz de hacer un último esfuerzo hasta el C1, de modo que se han adentrado en el corredor donde se han cruzado con Muhammad Kan. Los cuatro juntos, han llegado al C1 a las 17:00 más o menos. Desde allí, ya menos tenso, Alex Txikon nos ha dado algún detalle más de lo sucedido: “Sí que lo vimos muy cansado ayer, pero realmente nos hemos dado cuenta de lo que ocurría cuando a la mañana, antes de partir, hemos visto que se estaba poniendo la manopla a modo de calcetín y viceversa. Le hemos preguntado por su edad y por sus hijos, y la respuesta ha sido totalmente incongruente. También le había oído hacer ruidos raros a la noche, pero no los asocié con nada de esto”.

Lo que ahora Txikon y Nardi, (y todos en el CB), se preguntan es por qué Ali ‘Sadpara’ no los alertó antes de su estado, de que no se sentía bien, puesto que ellos ahora sí comprenden e interpretan que el “extraño” comportamiento del escalador paquistaní ayer, a escasas horas de la cumbre, fue un primer síntoma de lo que se avecinaba. “Depositamos en él toda nuestra confianza para el ataque a cumbre porque la ha hollado en dos ocasiones. Pero anduvo desorientado, como asustado, hasta que repentinamente nos dijo que nos habíamos equivocado de ruta y que no quedaba otro remedio más que volver al C4”. Este es un extremo que, desde luego, deberán hablar cuando las cosas vuelvan a su cauce, porque de momento ninguno de los tres entiende muy bien qué es lo que sucedió, ni siquiera por qué se dieron la vuelta estando tan cerca. Probablemente el cansancio extremo no les dejó pensar con claridad.

Por otro lado, al hablarle de las críticas vertidas a cuenta de la supuesta cota 8.000, Alex Txikon ha respondido, aunque evidentemente sin muchas ganas de hablar sobre ello ahora, que fue una estimación y comentario informal sin contrastar que hicieron vía radio en aquel momento pero que, efectivamente, es más que probable que se quedaran por debajo. “Cuando veamos las fotos haremos podremos hacer una estimación seria, pero ahora no es momento para eso”, a lo que, desde aquí, la autora de las imágenes suma y matiza que la foto difundida no refleja el punto más alto alcanzado ayer.

Por el momento, lo más importante es que la salud de Ali vaya mejorando como ya lo viene haciendo y que pronto se recupere del todo. “Porque el buen tiempo nos ha permitido descender y porque es un tío fuerte como él solo…”.


Primer ataque frustrado

Texto: Igone Mariezkurrena.

Un error de orientación ha obligado a Alex Txikon y sus compañeros a retroceder hasta el C4 (7.200m) tras haber alcanzado la cota 8.000. A estas horas descansan ya dentro de la tienda para intentarlo de nuevo mañana. El parte meteorológico augura un día muy parecido al de hoy: soleado y muy poco ventoso.

El amanecer ha sido espléndido en todos los sentidos. La luna nos ha regalado estampas inolvidables y, sobre todo, la llamada de Alex Txikon, a eso de las 07:30, (03:30 en casa) nos ha hecho creer, por un momento, que el sueño estaba apunto de cumplirse. De hecho, a pesar de lo temprano que era, el Campo Base entero (cinco personas en ese momento, no más) se ha visto revolucionado; todos nerviosos y alterados, gritando y sonriendo, corriendo de un lado para otro sin rumbo ni sentido, simplemente eufóricos.

El último contacto con los escaladores había tenido lugar hacia las dos de la madrugada (22:00 en casa) y nos ponía sobre aviso de que en media hora emprenderían la marcha rumbo a cumbre. A pesar del frío extremo, nos hablaban de nieve muy buena y de una pendiente de unos 30º de inclinación que no precisaba meter cuerda. Lo cierto es que esta última etapa de la ascensión, al margen de la obligada fatiga por los días de esfuerzo acumulado y la falta de oxígeno, no entraña mayores dificultades técnicas en comparación con jornadas anteriores. Se les sentía fuertes y llenos de motivación.

La sorpresa ha llegado, por tanto, a las 7:30: “No sé si nos podéis ver pero estamos como a 8.000 metros”. En efecto, los prismáticos nos permitían comprobar que Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’ y Daniele Nardi avanzaban en travesía hacia el este a una altura mucho superior de lo que cabía esperar para esa hora. El propio Txikon asentía cuando sorprendidos le comentábamos que parecían ascender muy rápido.

Y demasiado rápido han llegado la mala noticia, la rabia y la pena. Apenas habrían pasado veinte minutos cuando otra vez Alex Txikon se ponía en contacto con CB para anunciar que se volvían al C4 (7.200m): “Hemos metido la pata, nos hemos equivocado. De noche y a oscuras hemos pasado de largo el corredor por el que teníamos que haber subido. Hemos seguido avanzando en travesía, demasiado. Estamos a 8.000 metros, pero en un punto muy rocoso desde donde es imposible tirar para arriba; tampoco tenemos margen de tiempo ni fuerzas para retroceder y rectificar”. De modo que han decidido descender hasta el C4 (7.200) a donde han llegado en escasa hora y media. Aquí descasarán y se hidratarán para volver a intentarlo mañana. Repetirán estrategia: saldrán a eso de las 02:00 (22:00 en casa), “Es imposible salir antes, el frío es demasiado insoportable”.

(Desde CB nos atrevemos a decir que en realidad no se han equivocado, iban acertados, pero es posible que los salientes rocosos no les hayan dejado ver el corredor con claridad. De todas formas, este es un aspecto que todavía no hemos podido comentar ni contrastar con ellos, puesto que no han vuelto a comunicar desde que han llegado al C4).

Aunque inevitablemente frustrados, los tres escaladores confían en poder, al menos, intentarlo de nuevo mañana. Parece que al menos no va a ser el tiempo el que se lo impida; el parte meteorológico predice un día muy parecido al de hoy, soleado y, lo más importante, muy poco ventoso.

¡Un último empujón!

Por otro lado, Muhammad Kan finalmente ha llegado hoy al CB, hacia las 12:30 (08:30 en casa), tras pasar noche en el C1 (5.050m), “Llegar aquí del tirón era demasiado”, nos comentaba. “Ha sido mi primera expedición invernal, ya tengo 45 años y se me ha hecho muy duro, está todo demasiado helado, no me he visto capaz de seguir”, explicaba.

 


Alex Txikon y sus compañeros han alcanzado el C4 (7.200m) desde donde lanzarán el ataque a cumbre pasada la medianoche

Texto: Igone Mariezkurrena.

Están cada vez más cerca. Algo más de 900 metros de desnivel separan a Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’ y Daniele Nardi de llegar, por primera vez en invierno, a lo más alto del Nanga Parbat (8.126m). A estas horas duermen en el C4 (7.200m), en mitad de un inmenso plató que deberán cruzar antes de encarar las últimas rampas de este ochomil aún virgen en la estación más fría del año.

Aunque era importantísimo, tampoco esta noche han podido descansar demasiado: “Yo habré dormido unas cuatro horas” comentaba Alex Txikon. El viento ha violentado la tienda constantemente.

En cualquier caso, el día amanecía soleado tanto en el Campo Base como arriba a 6.700 metros de altura (C3), y sobre todo, el parte meteorológico consultado de nuevo a primerísima hora de la mañana indicaba que el viento había perdido fuerza definitivamente y que iba a ser una jornada ‘tranquila’ en ese sentido, “Aunque aquí arriba, por poco que sople, la sensación térmica desciende muchísimo. Estamos como a 30ºC. ¡A ver si el sol nos calienta ya!”. Su voz sonaba como acongojada. Eran las 10:30 de la mañana y Alex Txikon contactaba vía walkie para informar que Ali ‘Sadpara’ y Muhammad Kan ya habían salido hacia arriba, ligeros de peso, portando únicamente la cuerda que iban fijando. “Daniele y yo vamos a terminar de recoger la tienda y salimos detrás de ellos, vamos muy cargados”.

Tenían por delante unas siete horas de escalada, quizás menos técnicas que las anteriores pero no por ello menos agotadoras; desde luego, los cuatro escaladores comienzan a acusar la altura y la fatiga acumulada.

Seis horas en total han dedicado a ascender una interminable pendiente de unos 500 metros en total a ratos helada y a ratos nevada que sigue a la pala de hielo vivo que escalaron ayer. “Voy subiendo despacito y sin apretar demasiado, guardando energía”, comentaba Txikon durante el breve descanso que se tomaba tras superar la evidentísima rimaya que divide la pendiente nevada en dos.

Tras torcer dirección noreste, a las 16:40 estaban ya a falta de 40 metros para encaramarse a la arista que da paso al inmenso plató en el que se encuentra el C4 (7.200m), no visible desde el Campo Base. “Vamos bien de fuerzas, pero llevamos mucho peso, unos 20-25 kilos, y eso no está reventando.”

Precisamente en este punto, Muhammad Kan ha dado por terminado du trabajo; ha emprendido el descenso y, según nos ha comunicado, aunque sea de noche, espera poder llegar hoy a este Campo Base. Dice que sus piernas no dan para más.

Por el momento no contamos con más detalles al respecto.

Mientras escribíamos esta nota (18:00), el walkie volvía a sonar: “Ya hemos terminado la repisa y la tienda está montada. Nuestra idea ere salir hacia cumbre a eso de las 00:00, pero tendrá que ser un poco más tarde, nos faltan horas para descansar”.

El parte meteorológico habla de condiciones favorables para mañana: vientos de unos 25‐20 Km/h que, aun siendo suaves, seguro harán descender la sensación térmica por debajo de los -35ºC reales que se esperan. El cielo trae nubes.


C3 (6.700m) alcanzado

A pesar de que el hielo vivo y el viento se lo han vuelto a poner más que difícil, Alex Txikon y sus tres compañeros de cordada han completado la tercera etapa en su ascensión invernal a la cumbre del Nanga Parbat (8.126m); hoy duermen en el C3 (6.700m).

La primera comunicación del día, a eso de las 8:00, resultaba desalentadora: “Apenas puedo asomar la cabeza, el viento sopla muy fuerte, así es imposible que hagamos nada, no podemos salir de la tienda”, nos informaba, alarmado, Alex Txikon. Llevaban ya unas cuantas horas despiertos, muy probablemente no hayan pegado ojo en toda la noche porque, según relataba el propio Txikon, las ráfagas han sacudido la tienda con violencia durante horas, obligándolos a agarrarse a las varillas tratando de sujetarla: “Ha sido una pesadilla, yo diría que aún sigue soplando a más de 60-70 km/h”.

A las 10:00 de la mañana volvíamos a contactar. El viento seguía siendo demasiado fuerte como para emprender la marcha, pero iba amainando poco a poco y también las nubes compactas de primera hora iban dando paso a una niebla algo más ligera. “Hemos pensado que vamos a esperar hasta las 11:00. Si la cosa mejora, tiramos para arriba. ¿Qué dice la meteo?” Tras un rápido chequeo en Internet, les hemos podido confirmar que el viento iría a menos a lo largo del día y que la tendencia general para las próximas jornadas (hasta el domingo) apunta, de momento, a cielos cubiertos con algo de precipitación y vientos suaves de no más de 30Km/h.

A las 11:30 nos confirmaban que estaban apunto de abandonar el C2: “Tiramos para arriba, calculamos que en unas cinco horas podemos llegar”. Y así ha sido, a las 16:30 volvían a contactar para informar que ya estaban en el C3 a 6.700m.

Los primeros metros de escalada del día (300 metros de desnivel), por encima del Muro Kinshoffer, transcurrían a través de un terreno mixto que combinaba nieve, roca y hielo. Dos horas después de abandonar el C2 conseguían superar este primer tramo, atravesando primero dos campas de nieve, escalando después un espolón de roca y avanzando luego por una pequeña arista de nieve. Han parado al resguardo de una gran roca para comer algo y beber antes de meterse de lleno en la pala de hielo vivo (450 metros) que, sin duda, ha protagonizado la etapa de hoy por su espectacularidad: “Puede que en verano, nevada, esta pala resulte más liviana; pero ahora, completamente pelada, tiene unos 50-55º de inclinación, 60-65º nada más empezar”. De todas formas, dado que a diferencia de la última rotación, esta vez contaban ya con su cuerda fija, han ascendido a buen ritmo, y en dos horas alcanzaban el C3 (6.700m).

Montar la tienda ha sido duro dado que el viento no ha dado tregua y los cuatro han llegado exhaustos y con los pies heridos de cramponear frontalmente. “Tenemos los dedos hechos polvo de puntear, y las espaldar reventadas, hemos subido con 20-25 kilos cada uno –Una tienda, cartuchos de gas, 600m de cuerda, sacos, comida, tornillos…–. Ahora toca hidratar, secar las prendas y descongelar los sacos de dormir”. Esta noche dormirán con la mente puesta en el C4.


Objetivo cumplido: noche en el C2

Hoy sí. Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’, Muhammad Kan y Daniele Nardi han alcanzado los 6.100m del C2 hacia las 16:00 de la tarde tras una jornada maratoniana no exenta de tensión que comenzaba a las 6:30 de la mañana.

Sabedores de que el día iba a ser muy largo, los cuatro escaladores programaron anoche sus alarmas para las 5:00 de la mañana, para poder así echar a andar a las 6:30, mucho antes de que el sol comenzara a calendar y pudiera agravarse el peligro de avalanchas.

Han avanzado algo lentos y tensos al principio, porque tanto en la travesía dirección oeste que va hasta el primer córner (5.150m) como en los primeros largos del corredor que sube hasta la base del Muro Kinshoffer la nieve es todavía muy profunda, “Hasta las rodillas”, detallaba Alex Txikon. Tanto es así que no han logrado desenterrar la cuerda fija, de modo que han ascendido hasta la reunión de los 5.600m sin ella, trazando una nueva línea a la izquierda de la original: “En los últimos 20 metros hemos pasado miedo, el terreno se inclina mucho”, nos relataba el propio Txikon vía walkie minutos después de llegar a la citada reunión, hacia las 9:00 de la mañana.

A medida que han ido ganando altura la calidad del terreno (250 metros de desnivel a la sombra) ha mejorado –“La nieve a penas se abría 10-20 centímetros a nuestro paso”–, pero ha entrado en juego el viento que ha soplado con fuerza provocando coladas de nieve que caían desde lo alto de la parte más occidental del Muro Kinshoffer alcanzando, en ocasiones, a los cuatro alpinistas: “A partir de los 5.600m el viento nos lo ha puesto francamente difícil, las fuertes ráfagas levantaban nieve constantemente, y el Muro no dejaba de escupir. Qué frío”.

Finalmente, tras unos últimos metros de travesía dirección oeste, al sol y con nieve de nuevo más profunda, alrededor de las 14:30 de la tarde llegaban a la base del Muro Kinshoffer, a unos 5.900 metros de altura. A partir de este punto, 250 metros de desnivel en terreno mixto que han solventado con bastante facilidad y, sorprendentemente, escasos 50 minutos después los veíamos salir a la arista superior; no quedaban más que 75 metros para llegar al C2.

A las 16:00 recibíamos una nueva llamada, esta vez para comunicarnos que los cuatro estaban ya trabajando para acondicionar el C2 donde pasarán la noche satisfechos por el trabajo realizado y esperanzados con que el tiempo les permitirá mañana seguir avanzando: “Han sido diez horas muy duras, ahora necesitamos descansar”, se despedía Txikon.


Día de reserva

Las nubes se van abriendo poco a poco.

La de hoy ha resultado ser, finalmente, una jornada prácticamente de descanso. El día no ha amanecido, ni de lejos, tan soleado como todos aquí esperábamos, aunque bien es cierto que el cambio ya se está dejando notar.

A pesar de no encontrarse el panorama esperado, a las 9:00 de la mañana el mismo Alex Txikon nos comunicaba vía walkie que ya tenían todo listo para arrancar. El objetivo para hoy, sin embargo, había dejado de ser el C2: “Vamos a acercarnos hasta el corner –punto en el que, tras una travesía en dirección oeste de unos 500 metros (100 de desnivel), comienza el verdadero ascenso a lo largo del corredor–, abriremos huella a través de la travesía y nos volveremos al C1. Creemos que es mejor descansar y guardar fuerzas para mañana, el día viene mucho mejor”.

Y es que cabe interpretar que el parte meteorológico que manejan los cuatro alpinistas viene con una jornada o al menos unas horas de retraso. También la emisora de radio que escuchan los miembros del staff paquistaní aquí en el Campo Base apunta a que el cambio viene mañana y para quedarse durante unos cuantos días (entre tres y cinco), noticia sin duda alentadora.

De modo que, a sabiendas de que las condiciones verdaderamente favorables van a tardar en llegar un poco más de lo previsto, los cuatro escaladores han optado hoy por adelantar algo de trabajo de cara a la jornada de mañana pero regresar enseguida al C1. Han empleado las horas de luz fuera de las tiendas para secar las prendas empapadas desde ayer, comer, hidratarse y, sobre todo, descansar; el sobreesfuerzo de ayer sin duda les ha pasado factura. Hoy hemos sabido –las comunicaciones han sido más extensas– que la profunda nieve no fue la única culpable de que ayer llegaran prácticamente de noche al C1: “Nos perdimos en el glaciar, no veíamos nada, no quedaba ni rastro de la huella y anduvimos haciendo filigranas entre las grietas hasta dar con la cuerda fija”, nos comentaba Txikon.

Así que jornada de descanso bien merecida y, seguro, acertada.

 


Tras una jornada más complicada de lo previsto, Alex Txikon y sus tres compañeros descansan a estas horas en el C1 (5.050m)

A las 9:30 de la mañana (5:30 en casa) y bajo una intensa aunque seca y ligera nieve, Alex Txikon, Ali ‘Sadpara’, Muhammad Kan y Daniele Nardi abandonaban el CB calzando raquetas y esquís que les ayudarían a abrir huella a través de la inesperada nueva capa de nieve (durante la noche del 7 al 8 de Marzo han caído unos 35-40 centímetros más). Eran alrededor de las 18:30 cuando vía walkie Ali ‘Sadpara’ comunicaba a CB que acababan de alcanzar los 5.050m del C1 tras casi diez horas de esfuerzo sin descanso.

Los cálculos de víspera, basados en el estado de la nieve el día anterior (bastante más estable y consistente que hoy), les habían llevado a pensar que unas seis o siete horas bastarían para culminar esta primera etapa en su segundo intento por hollar la cumbre del Nanga Parbat (8.126m).

Sin embargo, el terreno se ha mostrado bastante más trabajoso de lo previsto, la nieve era más profunda de lo esperado y, además, las dificultades tampoco han cesado una vez alcanzado el C1. Durante casi dos horas más, ya a oscuras, se han empleado a fondo hasta dar con el depósito totalmente enterrado bajo la nieve y poder así montar las tiendas.

La llamada que recibíamos en el CB a las 20:30 venía a confirmar que los cuatro alpinistas se encontraban ya dentro de las tiendas, agotados y acostados.

Mañana, 9 de Marzo, retomarán la escalada a las 9:00 de la mañana. El que va del C1 al C2 (6.100m) es, sin duda, uno de los tramos más delicados de la ascensión, pero el parte meteorológico con el que cuentan augura un día espléndido y soleado que, esperamos, facilitará la labor de los montañeros.

 


¡Por fin vemos la luz!

Texto: Igone Mariezkurrena (CB Nanga Parbat)

Qué bueno poder comunicar, al fin, que tanto los porteadores como la tan ansiada luz del sol han llegado al Campo Base del Nanga Parbat. No obstante, los escaladores van a dejar pasar al menos un par de días hasta que tanto el cambio de meteo como las condiciones del terreno se estabilicen para iniciar un posible segundo ataque.

La última crónica parecía premonitoria. Escasas horas después de su publicación aparecía a lo lejos la esperada caravana de porteadores cargada con todos los alimentos y carburantes necesarios para mantener este Campo Base en funcionamiento durante al menos quince días más: volvemos a tener vegetales, huevos, harina, azúcar y también carne gracias a que Daniele Nardi ordenó traer una cabra. El animal, por cierto, ha llegado esta vez en forma de costillas, lomos y paletas, por lo que no hemos sido testigos, como ya ocurriera al comienzo de la expedición, de cómo lo degüellan tras colocarlo mirando al Este para después despellejarlo y despiezarlo llenándolo todo de un intenso y caliente olor a sangre. Del mismo modo, volvemos a tener gas para encender la pequeña estufa del comedor, gasolina para alimentar el generador y queroseno para cocinar. Todo ello, así como el sol (importantísimo), ha propiciado, sin duda, un cambio evidente de humor en cada uno de nosotros, y ha traído consigo mayor armonía al seno de esta pequeña familia.

Por lo que a la montaña se refiere, aquí todos coincidimos en que la vemos, innegablemente, demasiado cargada. La nieve se ha acumulado, sobre todo, en la travesía que va del CB al glaciar, y en la pala que une el C1 con el muro Kinshoffer previo al C2. Lo primero tiene fácil remedio, fatigoso pero fácil: se trata de calzarse las raquetas e invertir, por enésima vez, unas seis o siete horas en abrir huella; podría ser el mismo día de partida, o cabe también adelantar el trabajo de víspera.

En cambio, la acumulación entre el C1 y el muro se antoja más espinoso y peligroso, de hecho, nos encontramos ante el mismo panorama que hizo abortar el intento anterior.

Sin embargo, parece que a partir de hoy contaremos con varios días de sol algo más cálidos que los de hasta ahora, lo cuál puede provocar, como de hecho ya lo está haciendo, que las placas rompan y las avalanchas barran las pendientes liberándolas de la espesa nieve caída durante días. Ayer mismo fuimos testigos de como rompía el serac que flanquea el muro Kinshoffer por el oeste. La avalancha, en efecto, barrió parte del corredor que Alex Txikon y sus compañeros equiparon con sus cuerdas. También el fuerte viento que vemos está soplando arriba debería contribuir a limpiar el terreno.

De todas formas, los escaladores han decidido dejar pasar al menos dos días y esperar a que tanto el cambio de meteo como las condiciones del terreno se estabilicen para iniciar un segundo ataque. El día de partida podría ser el próximo domingo 8 de Marzo cuando parece ser que se abrirá una ventana que podría durar unos cinco días, para intentar cumbre el 12 de Marzo. Se trata, no obstante, de planes todavía muy provisionales que se irán dilucidando y definiendo durante las próximas horas.

De momento, seguimos matando el tiempo a base de horas de lectura, parchís, música y conversación; y sobre todo seguimos disfrutando de este majestuoso paraje que, de vez en cuando, nos brinda escenas más grandiosas si cabe, como cuando ayer una impresionante avalancha cayó desde los Macenos y su honda expansiva alcanzó y sacudió levemente nuestro Campo Base recordándonos, por un momento, la insoportable vulnerabilidad de nuestro ser.


Un martes cualquiera en el CB

Hace ya días que la nieve nos mantiene atrapados en este Campo Base, sin poder tirar para arriba, pero tampoco para abajo. Al Norte, la montaña ha cerrado sus puertas de momento; y desde el Sur no esperamos poder recibir víveres ni carburante hasta que las condiciones lo permitan, el camino se ha vuelto infranqueable para los porteadores paquistaníes que marchan sin ropa ni calzado adecuado.

Han pasado tres semanas desde que vimos el sol por última vez, y al metro y medio acumulado a lo largo de la semana pasada se le ha sumado, estos dos últimos días, otra capa blanca de unos 40 centímetros. Sin embargo, al menos hasta el momento, ni siquiera hemos barajado la idea de renunciar; a pesar de la marcha de los iraníes, aquí no flaquean los ánimos y vemos pasar los días convencidos de que la ventana llegará, el trabajo realizado hasta ahora bien merece un esfuerzo más.

De todas formas, el verdadero reto lo tenemos ahora mismo en el Campo Base: como decíamos, no esperamos la llegada de los porteadores hasta que la nieve remita, y llevamos ya varios días sin harina, huevos ni azúcar, con pocas variantes más allá de un plato de arroz para comer y otro para cenar. El queroseno de la cocina está en las últimas, Muhzin dice que tiene como para un par de días. Por otro lado, el gas que empleábamos para caldear un poco la tienda comedor por las tardes-noches se ha agotado y non nos queda otra que ir tirando de los EPIgas. Lo mismo ocurrirá en breve con la gasolina necesaria para poner en marcha el generador, de modo que, además de pasar un poco de frío, toca racionar todo al máximo. Está siendo algo parecido a una pequeña aventura de supervivencia que no tardaremos en recordar entre risas.

Es posible que muchos os preguntáis como es la vida en un Campo Base en estas condiciones. Pues bien: nos levantamos todos los días hacia las 8:30-9:00 de la mañana. Tras la visita obligada a eso que aquí llamamos “open area toilet”, dirigimos nuestros pasos todavía adormilados hacia la cocina, donde Muhzin, genio donde los haya, tiene siempre el desayuno en marcha. Cuando aún contábamos con huevos, harina y azúcar, el tío era capaz de convertir una olla en horno con un poco de papel de aluminio, y regalarnos, desde por la mañana, riquísimos bizcochos calientes. ¡Genial! Ahora, sin embargo, las comidas son algo más ‘pobres’. De la cocina pasamos a la tienda comedor, donde llenamos una taza con agua caliente del termo, y cada uno escoge los polvos a su gusto: leche en polvo, café, té, Tang sabor naranja… Y después, hasta que llega el segundo acontecimiento importante del día –la comida–, conviene buscar algún entretenimiento, el que sea, y creednos, cualquiera vale: tirar de la pala para limpiar la nieve acumulada sobre y alrededor de las tiendas –esto es más una obligación si no queremos que revienten y nos coma la nieve–; escuchar música; ver alguna película (ahora esto lo hemos restringido para poder ahorrar las baterías de los ordenadores); mirarse en el espejo durante un rato, y asustarse; coser los agujeros que van apareciendo en los calcetines, en los sacos de dormir y en las prendas de plumas; jugar a las cartas, solos o en compañía; entrar a la cocina a por picoteo y contentarse con la segunda dosis de leche, café, té o Tang del día; un poco de conversación; alguna foto alocada; cambiar de música; preguntar al cocinero qué tendremos para comer; ver cómo queman una cabeza de cabra para después cocer los sesos; de vez en cuando lavar ropa interior, muy de vez en cuando; intentar algo parecido a una ducha con toallitas húmedas; lavarse los dientes; mirar hacia el Norte y tratar de imaginar la silueta del Nanga bajo las nubes; mirar hacia el Sur y soñar con que el buen tiempo llegará; deambular a lo largo de estos escasos 50 metros cuadrados y… hacia las 13:30-14:00, al ver que el arroz está de camino, juntarse alrededor de la mesa. Un poco de sobremesa, y a la siesta, sin duda el mejor postre. Lo cierto es que los días se antojan monótonos cuando el sol no da juego y cuando todos los recursos escasean, pero el humor no nos abandona conocedores de que se trata de una situación pasajera.

Nos reunimos de nuevo en el comedor a las 18:00-18:30 de la tarde, para cenar y conversar: bromear con que el tiempo cambiará resulta siempre socorrido al principio, pero luego los temas toman senderos insospechados y van saltando de un lado a otro sin coherencia ni hilo conductor alguno: la boda de Daniele Nardi a la vuelta de esta expedición es muy comentada; también la situación política de Pakistán; que si el cocinero se ha quemado la mano; que a un agente se le están congelando los dedos; que si hemos visto al ayudante de cocina empeñado en leer el periódico en castellano que trajimos del avión en Enero; cómo ha cambiado el alpinismo; qué difícil se ha vuelto conseguir patrocinios para cualquier expedición; cómo está evolucionando el material técnico; las marcas… y cuando las ideas se agotan y no dan más de sí, si es que el generador sigue en marcha, encendemos el ordenador e imaginamos que estamos en el cine, todos juntos, viendo la misma peli.

A eso de las 21:00 despedida, “buenas noches” y retirada. Cada cuál toma su senda hacia su tienda, y metidos en nuestros sacos de dormir, damos por terminada la jornada.

Desde luego, el día en que divisemos a los porteadores acercarse desde lo lejos, o cuando las predicciones meteorológicas nos de una buena noticia, improvisaremos, aunque solo sea por una noche, una de esas veladas festivas que acostumbrábamos a celebrar cuando la austeridad absoluta todavía no se había instalado entre nosotros. Los locales harán música a partir de bidones vacíos y se pondrán a bailar al son de canciones baltíes que acompañaremos con palmas; también nosotros cantaremos las nuestras.