Ascendido el Incahuasi (6.638m), listos para el reto en Pakistán

Como ya explicamos antes de nuestra partida hacia los Andes, el objetivo de este viaje a Argentina era lograr la aclimatación suficiente como para volar a Pakistán con la condición física óptima que nos permita empezar a trabajar en altura inmediatamente después de establecer nuestro Campo Base en el Nanga Parbat; sin demoras.

Han sido dos semanas fatigosas, librando una larga batalla contra la conocida ‘Puna’ de esta zona andina, al noroeste del país. Se trata de una confluencia de factores (casi nula humedad, altura, viento y altas cantidades de silicio en la superficie que al recibir la radiación solar se caliente como si de una chapa se tratase haciendo que el oxígeno ascienda) que provoca fuertes dolores de cabeza e incluso problemas en los pulmones especialmente por la noche, cuando las corrientes procedente del pacífico arrastran grandes cantidades de humedad de golpe.

Tras el repunte en el pico San Francisco (6.016m), apenas un par de días después, arrancábamos hacia el Incahuasi (6.638m), montaña sagrada de los incas. Una primera noche a unos 4.500m, debajo de los ‘volcancitos’ hermanos del Incahuasi; segunda noche a 5.550m (C1); y salida hacia cumbre a eso de las 04:30. Sobrecogedora la noche andina y la lluvia de estrellas que nos brindó. El tiempo se portó mejor que bien y en unas seis horas pudimos coronar una de las cimas más emblemáticas de la zona, no sin esfuerzo: la primera canal de unos 45 grados de inclinación y 600m de desnivel, y el posterior gran plató previo a las últimas rampas no se dejan superar fácilmente.

En Pakistán, nuestro Campo3 del Nanga Parbat (8.126m) se sitúa a unos 6.700m de altura, prácticamente la misma cota alcanzada en los Andes, así que, como habíamos planeado, ya estamos listos para viajar a Pakistán y emprender la primera incursión en cuanto sea posible. El martes día 22 de Diciembre partiremos del aeropuerto de Bilbao. El gran reto nos espera, nos sobran ganas e ilusión.


Seguimos aclimatando en el Falso Moracho (4.500m)

Martes 8 de Diciembre, segunda jornada en La Cordillera.

Pasamos la noche nuevamente en Cortaderas (3.300m), madrugamos y desayunamos hacia las 06:00 para así evitar exponernos al sol durante las horas centrales del día.

Ascendemos por carretera hasta la aduana argentina (4.050m) y desde allí cogemos el sendero que nos llevará a lo alto del Falso Moracho (4.500), hermano pequeño del alejadísimo Moracho (+5.000m). No deja de sorprendernos lo inhóspito del lugar, el paisaje es ciertamente árido: apenas crece flora en la continuación argentina del desierto chileno de Atacama; y sólo las vicuñas y guanacos, algún reptil, pequeños roedores y grandes depredadores como el cóndor y el puma dan vida al vasto entorno volcánico. El terreno es arenoso y nos hundimos, simulando así las largas marchas sobre nieve que nos esperan en Pakistán. El viento no cesa, lo cual baja aún más la presión, la humedad apenas llega al 8% y el sol abrasa en altura. Han bastado dos días para darnos cuenta de que aquí el proceso de aclimatación será más largo y complicado que en nuestras latitudes.

El alto hito en la cumbre nos permite resguardarnos de las ráfagas de más de 50km/h y disfrutar de un pequeño almuerzo junto al grupo de amigos que nos acompaña en este viaje. Un verdadero lujo. Emprendemos el descenso esta vez en dirección suroeste, hacia el inmenso salar custodiado por los volcanes Incahuasi (6.638m) y San Francisco (6.016m). Al final de la caminata, bello regalo para nuestros ojos: un lago de aguas verdosas lleno de flamencos que han volado hasta estas tierras para aparearse. Cinco horas en total de travesía entre los 4.000 y 4.500 metros de altura; actividad perfecta para, sin demasiado desgaste, ejercitar la máquina.

De vuelta por el sendero, regresamos al punto de partida; en la aduana argentina nos espera nuestro amigo Mauricio con una sorpresa: ¡Vénganse a comer un buen asado de campo! Es el día de la Virgen Del Valle, muy venerada en esta zona y en honor a la cuál los lugareños matan y asan una llama cada 8 de Diciembre. Es una jornada primeramente dedicada a marcar el ganado y festejada con una gran comida de la que pudimos disfrutar en excelente compañía. Proteína pura.

 


Cumbre en el Volcán San Francisco (6.016m)

Miércoles 9 de Diciembre. Tras hacer noche en el refugio de Las Grutas (4.040m) junto a la aduana argentina, consideramos que debemos comenzar a concentrarnos en el que será nuestro primer seismil en este viaje a Los Andes argentinos.

Pero una nueva invitación por parte de nuestro amigo y principal contacto aquí –Mauricio– nos lleva a movernos unos 40 kilómetros hasta la zona de Chucula (4.400m), a la misma entrada al volcán homónimo de más de 5.000 metros. Mauricio y su equipo están inmersos en la esquila de las vicuñas, camélidos salvajes por cuya lana marcas como Louis Vuitton o Ermenegildo Zegna pagan 400 dólares el kilo. Quieren que seamos testigos de cómo llevan a cabo su labor, de lo hermosos que son estos animales, de la cantidad de fibra de vicuña que pueden obtener de una sola sesión de esquila y de cómo lo hacen todo de manera legal y bajo la supervisión de dos veterinarias.

Hacia las 12:00 del mediodía y habiendo conocido de cerca muchos de los detalles de este negocio, volvemos nuestra mirada a nuestro objetivo: el San Francisco (6.016m).

De modo que volvemos al refugio de Las Grutas (4.040m), preparamos nuestras mochilas con todo lo necesario para un par de días y ascendemos por carretera hasta El Paso San Francisco (4.750m), verdadera frontera entre Argentina y Chile. Allí dejamos el coche y caminamos durante aproximadamente una hora y media hasta los 5.200 metros de altura donde instalamos nuestras tiendas con intención de permanecer en este campo base improvisado durante dos noches antes de ascender a cumbre. El viento es fortísimo y a pesar de que encontramos varias barreras de piedras que nos protegerán, la tarea de montar las tiendas se vuelve francamente complicada y heladora.

Pernoctamos, padeciendo algún que otro episodio de dolor de cabeza intenso, pasamos el día 10 completo también a 5.200m, hacemos una segunda noche, y el miércoles 11 de Diciembre de madrugada, hacia las 06:00, arrancamos sin necesidad de encender nuestras frontales. Las primeras dos horas y media de ascensión transcurren a lo largo de una interminable diagonal que concluye en lo alto de una canal, a unos 5.800m de altura. Desde allí, bordeamos el enorme cráter del San Francisco y una hora y media después ya estamos en lo más alto. El viento es desagradable y frío, pero unas impresionantes formaciones nubosas nos retienen y entretienen sacando alguna que otra foto. El descenso es sencillo, el piso arenoso amortigua cada paso y nos permite casi dejarnos caer.

Desmontamos el campamento y descendemos hasta el coche (4.750m) para dirigirnos al refugio de Las Grutas (4.040m) donde descansaremos durante un par de días, antes de apuntar al Incahuasi (6.638m), nuestro próximo objetivo.

 


Reencuentro con los Andes argentinos

Tras cuatro días recorriendo kilómetros, al fin nos reencontramos con los cerros que visitamos por primera vez el verano pasado; estamos en la región norteña de Catamarca, prácticamente en la frontera con Chile, en la cordillera donde se sitúan cinco de los diez picos más altos de América. Un verdadero paraíso para los amantes del montañismo, paisaje salvaje donde los haya, y el lugar elegido para nuestra fase de aclimatación de cara a la próxima Expedición Invernal al Nanga Parbat (8.126m).

Aquí donde las montañas apenas presentan dificultades técnicas y donde la primavera resulta mucho más amable que el invierno pakistaní, podremos ganar altura con facilidad y habituar nuestros organismos a trabajar por encima de los 6.000 metros, evitando así alargar demasiado la posterior estancia en el Campo Base del Nanga Parbat.

Ayer lunes 7 de Diciembre, acometimos una primera etapa en esta fase de aclimatación que esperemos nos lleve a ascender el pico San Francisco (6.016m), el Incahuasi (6.638m) y el Ojos del Salado (6.893m). Por el momento, ascendimos hasta los 4.900m de altura, partiendo desde Cortaderas (a 3.300m); fueron 30 kilómetros, ocho horas caminando sobre terreno pedregoso en un ambiente árido que habitualmente lleva a acusar aún más la disminución de los niveles de oxígeno.

Lo cierto es que teníamos verdadera necesidad de mover la patas, atrofiadas tras tantas jornadas de viaje: Según aterrizamos en Buenos Aires, montamos en un autobús rumbo a Córdoba, en el centro del país (10 horas). De allí nos dirigimos hacia el norte también por carretera a Catamarca y a Fiambalá donde ofrecimos sendas conferencias organizadas por Bodega Finca Don Diego (cuyas instalaciones y viñedos pudimos visitar) y por Agrupación Montañera Cachaquíl de Catamarca y Museo de Los Seismiles de Fiambalá respectivamente. ¡Gracias a tod@s por vuestra cálida acogida!